Eva Isanta (Ceuta, 1971) es toda una experta en personajes cómicos, como bien ha demostrado en 'Aquí no hay quien viva' y 'La que se avecina'. Pero su cometido es muy distinto en 'Mercado Central', donde interpreta a Gloria Suárez, una empresaria recién llegada a la serie para hacerse cargo del restaurante Ainara Fusión, aunque le mueva un motivo oculto: vengarse de Jorge [Jesús Olmedo]. La ficción producida por Diagonal TV, que finalizará su andadura en TVE-1 a mediados de enero, ya tiene a su mala.

-¿Qué aporta Gloria a la serie?

-Un poco de revolución, porque llega para desestabilizarlo todo. Viene con un objetivo claro de venganza y ambición y consigue sembrar bastante discordia y crear conflicto.

-Va a ser la mala del mercado.

-A mí no me gusta decir que es la mala porque la maldad en sí misma, normalmente, no existe. Creo que cuando alguien se comporta de una manera determinada causando daño a los demás es porque tiene razones poderosas, y muchas veces son justo las contrarias a las que parecen, como el miedo y el dolor.

-¿Entonces cree que la audiencia podrá empatizar con ella?

-Por supuesto. Es humana y, como todos, tiene sus debilidades. Es una mujer que ha sufrido un gran daño, y eso es lo que la lleva a vengarse de una persona en concreto.

-¿Jorge será su única víctima?

-Siempre hay daños colaterales porque necesitas involucrar a más gente para conseguir tus objetivos.

-Gloria está muy alejada de sus últimos papeles televisivos. ¿Por eso decidió interpretarla?

-Sí, en televisión siempre había hecho series de 'prime time', no diarias, y mucha más comedia. Además, es un personaje que tiene un pensamiento muy poliédrico, con muchas caras, capas y aristas. Aunque su objetivo, la venganza, puede ser primario, en realidad hay muchas más cosas que se mezclan en ella, como la ternura, el odio... Es un personaje complejo y para mí, como actriz, es fantástico. Aunque si intento transitar por todas las cosas que le ocurren es como meterme en una yincana emocional.

-¿Es de las que se lleva el personaje a casa?

-¡Qué va! Yo soy muy sana. Aunque cuando estás en un proceso de creación y descubriendo al personaje no puedes evitar estar todo el tiempo intentando pensar como ella y poniéndote en su lugar. Otra cosa es que, en la vida, yo opto por todo lo contrario a lo que elige Gloria.

-Vamos, que la venganza no va con usted.

-Se suele decir que la venganza es un plato que se sirve frío. Pues yo estoy descubriendo con Gloria que es al revés, algo muy caliente que quema a la persona que la quiere cumplir.

-Dice que intenta empatizar con sus personajes, pero eso fue algo que le costó con la frívola Maite a la que da vida en 'La que se avecina'.

-Me costó un poco porque venía de un personaje que me gustaba mucho, el de Bea en Aquí no hay quien viva. Era una veterinaria muy humana, lesbiana, que quería tener un hijo, y la admiraba mucho. Y, de repente, tenía que pasar a alguien tan diferente como Maite, que de entrada era antipática porque era muy materialista, falsa, frívola, y estaba muy alejada de los valores que últimamente había estado trabajando con Bea. Así que al principio pensé: ¡Vaya petarda!

-¿Y con el roce nació el cariño?

-¡Sí! Enseguida le fui cogiendo cariño y ahora la disfruto muchísimo porque es una loca muy divertida, nada aburrida, y que te permite muchísimos cambios.

-Los personajes de 'La que se avecina' han calado mucho entre la audiencia, y no precisamente porque sean un buen ejemplo para nadie.

-Son todos un desastre, unos grandísimos perdedores. Pero tampoco están tan alejados de la realidad...

-¿Seguro? Porque están muy llevados al límite.

-Yo siempre digo: desconfía de la perfección. El concepto de perfección que tenemos tan promovido desde los medios de comunicación y las redes sociales, en las que todos intentamos ser el hombre y la mujer ideal, con un cuerpo fantástico, una casa estupenda, personas viajadas, instruidas y siempre de buen humor, es una imagen de la felicidad impostada que no se corresponde con la realidad. A mí me gusta mucho que en 'La que se avecina' nos veamos todos como somos, de forma exagerada, y que podamos reírnos.

-El creador de 'La que se avecina', Alberto Caballero, confirmó finalmente una nueva temporada de la comedia, después de los rumores de cierre definitivo. ¿Estarán todos los actores?

-En principio sí. No tenemos ningún contrato firmado todavía, pero sí que está el proyecto, la conversación, el compromiso y las ganas. Es como si se hubiese parado cuando se haya visto el último capítulo de la temporada 12 y, de repente, después de ese final, hubiese una continuidad y, en principio, se supone que será para todos. Pero no lo puedo asegurar, en estos tiempos ni sabemos lo que vamos a hacer mañana.

-De todas formas, habrá cambios, porque los vecinos se mudan de edificio porque expiró el contrato que ligaba a la productora con los viejos platós. ¿Cree que la serie necesitaba esa transformación?

-No estoy segura de que lo necesitara, pero yo siempre estoy muy a favor de los cambios. Los cambios, aunque te equivoques, te movilizan, hacen que te arriesgues, pruebes nuevas cosas y tengas vivencias diferentes. Yo creo que lo mejor siempre está por llegar. Y esos cambios son alicientes. A todos nos gusta la novedad. Al menos, a mí me gusta.

-También ha vuelto al teatro con 'Trigo sucio', una obra que recuerda al caso Weinstein en clave de comedia. No parece fácil sacar risas de un tema así...

-Es lo que decía Mary Poppins: con un poco de azúcar, la píldora pasa mejor. Y eso se puede atribuir a la comedia, por la delgada línea que la separa del drama. Lo que hace el autor, David Mamet, es convertir a un personaje repugnante en una especie de payaso, divertido, gracioso, pero que no deja de ser patético.