Netflix estrena mañana de forma global la serie El caso Alcàsser, de cinco episodios, en los que se disecciona el asesinato en 1992 de tres adolescentes de 14 y 15 años del municipio valenciano de Alcàsser, un horroroso crimen que, a juicio del productor Ramón Campos y del director Elías León Siminiani, todavía no ha resuelto todas sus incógnitas.

La serie es una crónica de los acontecimientos desde que el día 13 de noviembre de 1992 desaparecieron las adolescentes Míriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández, hasta que se encontraron sus cadáveres, el 27 de enero de 1993, el juicio celebrado en 1997 y las repercusiones de aquel crimen en la actualidad.

CRÓNICA // Campos, productor ejecutivo de Bambú Producciones, y Siminiani, que ya trabajaron juntos en El caso Asunta, explicaron que se trata de la primera serie documental original de Netflix en España, con la que no quieren «incidir en el dolor de nadie» sino «hacer una crónica de todo lo sucedido, una parte de la cual es suceso criminal y hay otra parte muy importante sobre cómo los medios de comunicación afrontaron aquellos hechos».

Para los dos responsables de la serie, con cinco capítulos de una hora de duración cada uno, «hay una conciencia clara de que aquello marcó un antes y un después, que fue el principio de una forma nueva de abordar en España los sucesos y la crónica negra».

La serie destaca, según señala el propio Siminiani, por ofrecer material inédito, esencialmente, de muchos testimonios de personas que no han hablado nunca, pero tienen «algo que es como el faro de los diferentes capítulos, el juicio de 1997». El juicio fue grabado por varias cámaras y, tras un año de pesquisas, han conseguido las 400 horas grabadas, que permiten «escuchar a Miguel Ricart, uno de los detenidos, o ver el pulso de los forenses en el propio juicio, que es de una exhaustividad bestial y que despeja muchas incógnitas».

«Lo que no hacemos en la serie es decir si el crimen sucedió así, aunque gracias al juicio se explican muchas cosas. Ponemos ante el espectador las pruebas que nosotros hemos encontrado y, como ya hicimos en El caso Asunta, decimos al espectador, decide tú con las pruebas que hemos encontrado», destacan. Con más de un año y medio de trabajo sobre el terreno, lo primero que hicieron fue contactar con las tres familias afectadas porque «era importantísimo que entendieran» lo pretendían hacer en una serie en la que no hay «recreaciones, ni se muestran imágenes que puedan hacer daño, en la medida de lo posible», puntualizan.

Sin querer destripar nada, los creadores de la serie indican que «hay cosas inexplicables, no sencillas de explicar, no resueltas, pero en todo caso criminal las hay». Especialmente, porque del principal sospechoso, Antonio Anglés, se desconoce su paradero. «Este hecho es una válvula abierta para la conspiración eterna», finaliza Campos.