El título del segundo episodio de esta tercera temporada de 'La maravillosa Sra. Maisel' hace referencia a los 60, esa década tan importante, en avances, reivindicaciones y encrucijadas, en la historia de Estados Unidos. 'It’s the sixties, man!' es el título, y al alba de los años 60 acontece la nueva temporada -nueve episodios, disponibles todos en Amazon Prime desde el pasado viernes 6 de diciembre- de esta singular peripecia de una comedianta de monólogos neoyorquina diseñada desde la ficción a partir de no pocos personajes reales por Amy Sherman-Palladino. Uno de ellos es Joan Rivers, monologuista televisiva en la que se refleja Mrs. Maisel.

En el primer episodio, dedicado a Gary Stewart, responsable de la producción de la banda sonora de la anterior serie ideada por Palladino, 'Las chicas Gilmore', asistimos a una de las clásicas actuaciones de músicos, cómicos y bailarinas para el ejército estadounidense. Los soldados gritan enfervorecidos con las canciones de un trío femenino de raza negra llamado Silver Bells -como una famosa canción navideña popularizada por Bing Crosby-, con el concierto de Shy Baldwin -personaje inventado pero que aglutina no pocas características de cantantes negros y blancos de estándares melosos o soul- y con el monólogo de Midge Maisel, ingeniosa, irónica y divertida cultivadora del humor judío.

De Midge sabemos ya muchas cosas. De su situación personal, recién separada y con dos hijos pequeños. De la particular relación con su agente, Susie Myerson, y la que tiene con sus padres: sigue viviendo en la casa familiar, posee una habitación solo para sus vestidos y en un momento muy evocador, en el tercer episodio, debe despedirse de la casa y, con ello, romper lazos con ese pasado que cuestan tanto dejar atrás. La maravillosa Señora Maisel se instala en el presente del relato pero tiene la rara virtud de mirar atrás con una mezcla de nostalgia y melancolía muy efectiva y bien planteada.

Midge Maisel, una espléndida Rachen Brosnahan, empieza una gira como telonera de Shy Baldwin y actúa por vez primera en un casino de Las Vegas. Antes de eso, los dos primeros capítulos de esta temporada exhiben un completo arsenal de recursos dramáticos planteados con la distancia cómica que tan bien maneja Palladino.

El padre, profesor universitario, deja de tener ingresos. La madre no se entiende con su acaudalada familia del sur y deja de percibir la sustanciosa parte del fondo fiduciario. Midge no sabe quien es Jack Kerouac, uno de los escritores míticos para su padre… pero este no sabe quien es Lenny Bruce, el gran cómico y acicate de las consciencias burguesas. El padre tiene al menos el detalle de asistir a una actuación de Bruce que termina…. ¡con ambos, el monologuista y el padre, en la cárcel!

La situación deriva después en la estrambótica relación con un grupo de beatniks que se apoderan de la casa familiar. Todo es así de distendido en la serie, planteada desde la perspectiva de un personaje como Midge Maisel, que relativiza las cosas sin dejar de darle la oportuna relevancia a lo que le pasa en su vida.

UNA ESPIRAL DE DINAMISMO

Y en esta tercera temporada es un auténtico ciclón. Mientras su ex marido monta un club nocturno junto a un tugurio de juego clandestino regentado por chinos, sus padres deben abandonar su apartamento neoyorquino y su agente empieza a llevar los contratos de Sophie Lennon, otra comedianta de éxito y principal rival suya, Midge emprende la primera gira importante de su carrera. Sophie, pese a ser un personaje secundario, resulta gratificante. Es muy rica, se dedica a los monólogos porque le da la gana, cuenta con una pléyade de guionistas para ella sola y posee en su casa una inmensa biblioteca con solo un estante ocupado por no más de una veintena de libros. Le recomienda uno de August Strindberg a Susie, y esta empieza a leerlo creyendo que es también un libro cómico.

El inicio de la gira nos depara una de las mejores secuencias de toda la serie. Midge actúa sin mucho éxito ante los espectadores que solo esperan el concierto de Shy Baldwin. Desanimada, Midge es obligada por Susie a realizar otro monólogo en una parte menos concurrida del casino. La actuación es un éxito absoluto al que se suma Baldwin una vez terminado su número musical. Es un momento único, como esos conciertos privados que dan las estrellas del rock en un local pequeño horas después de concluir una actuación multitudinaria en un estadio olímpico.

'La maravillosa Sra. Maisel' ha deparado ya dos Globos de Oro a Brosnahan por su interpretación y un montón de premios Emy. La tercera temporada promete revalidar galardones de peso.