La compra de fincas rústicas, las tierras de cultivo, a través de créditos hipotecarios se ha triplicado este año, al pasar de un 6% (apenas 62 de un total de 1.075) entre enero y mayo del 2016, al casi 19% (207 de un total de 1.114) registrado en el mismo periodo de este año, según se desprende de los datos publicados hasta el momento por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Desde las organizaciones agrarias explican que, tradicionalmente, los agricultores profesionales adquieren los terrenos con recursos propios, mientras que el acceso a la financiación bancaria de inversores como pueden ser las empresas exportadoras, el comercio, es más elevada.

El secretario general de la Unió de Llauradors, Ramón Mampel, indica que «operaciones se hacen pocas por la baja rentabilidad de los cultivos, y las que se realizan es en casos como los de al almendra, que ha dado más dinero en los últimos años». Son casos, añade, sobre todo de profesionales que adquieren fincas lindantes con las de su propiedad para ampliar la superficie de cultivo y, casi siempre, pagan a tocateja o complementando el abono con un pequeño préstamo personal.

Por su parte, el secretario técnico de Fepac-Asaja en Castellón, Doménec Nàcher, apunta que suele ser «muy complicado» obtener financiación hipotecaria para las fincas rústicas, lo que condiciona el alto porcentaje habitual de pago al contado de los terrenos que adquieren los agricultores. Coincide con Mampel en que la fórmula habitual suele ser, además de eventuales ahorros, los créditos personales y la aportación de otros bienes como avales para obtener el dinero.

Otras fuentes del sector confirman que el repunte de la proporción de hipotecas en la transmisión de fincas se explicaría con el mejor acceso de una empresa exportadora, que trabaja con su entidad bancaria con altos volúmenes de capital, a la financiación a través del crédito con el terreno como única garantía.

Este supuesto entraría en casuísticas como la que implica la adquisición de una finca por parte de un empresario que busca reconvertir el cultivo con nuevas variedades de cítricos que suponen elevadas inversiones, pero cuya rentabilidad es muy alta. Las mismas fuentes indican que, además, es frecuente que las firmas cuenten con avales de fondos europeos para cubrir una parte elevada del gasto.