Raro era el día en el que a Alex no se le olvidara algo en clase. Una día era la mochila, otro la chaqueta, el tercero el libro de matemáticas... Tampoco paraba quieto. Era el movido del cole y, en casa, la hora de los deberes era un suplicio. No lograba concentrarse, apenas podía estar sentado unos minutos, y lo que a los compañeros les costaba media hora a él una eternidad. Hasta que su madre dijo basta. No más batallas a cuenta de los exámenes, no más repetir a Álex que tenía todas las papeletas para convertirse en un repetidor. Porque no las tenía. Lo suyo no era un problema de inteligencia, sino de atención. Así que decidieron acudir a un especialista. El diagnóstico llegó al cabo de pocas semanas: trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

Entre un 5 y un 7% de los niños y adolescentes españoles sufre TDAH, lo que equivale a que al menos un alumno en cada aula podría padecer esta patología. “El problema es que solamente el 10% están diagnosticados”, avisa Teresa Saura, presidenta de la Asociación de Padres de Afectados por Déficit de Atención e Hiperactividad Castellón. Y el diagnóstico es vital para un trastorno crónico, hereditario en buena parte de los casos, y que puede derivar en trastornos de conducta muycho más graves.

Teresa Saura es la presidenta de una asociación compuesta por más de 200 familias de la provincia que empezó a funcionar hace seis años. Y es también madre de un niño con déficit de atención. “Nacimos porque nos dimos cuenta de que en Castellón no había nada de información sobre este síndrome y que lo más fácil era tachar a los niños que lo sufren como de maleducados, desobedientes y movidos”, apunta. No había información hace seis años y hoy quedan todavía muchas cosas por hacer. De hecho, la valenciana es, junto a Aragón, la única que carece de un protocolo en los colegios”, critica la presidenta de la asociación.

HAY QUE SABER ACTUAR // Y, ¿por qué es tan importante ese protocolo? La respuesta es sencilla: porque enseña a los profesores cómo actuar. “Los niños con déficit de atención e hipeactividad son muy intermitentes; hoy sacan un 10 y pasado mañana suspenden. También son menores que funcionan con refuerzos positivos, recalcándoles en cada momento todo lo que hacen bien”, describe la presidenta. El problema es que no se les sabe tratar. Por eso, la asociación realiza charlas informativas y didácticas para padres y maestros. “Sentar al niño en primera fila, dejar más espacio entre las preguntas de un examen o darle un poco más de tiempo para acabar la prueba son algunas medidas sencillas que pueden ayudar mucho a los niños que sufren este tipo de trastorno”.

El déficit de atención e hiperactividad (no todos los niños con falta de atención desarrollan hiperactividad) se puede tratar y tiene cuatro patas: reducación de los padres, un tratamiento psicológico para los niños, tratamiento farmacológico (si así lo indica un médico) e intervención escolar. H