Cae un sol de justiciia de una primavera errante en la explanada del antiguo asilo, hoy Hogar de Ancianos Nuestra Señora del Lledó. Es cerca de mediodía y la tranquilidad y una suerte de paz espiritual anidan en el recinto. La institución es una de las residencias de mayores de la provincia donde ni ha habido ni un fallecido, ni tampoco ningún caso entre sus 124 residentes actuales.

Sor Lucía de Frutos, directora del centro, con un adusto acento castellano de su Segovia natal, lo relata: «Desde el primer momento, a principios del mes de marzo, tomamos por nuestra cuenta medidas especiales para frenar el coronavirus y que no entrara en nuestra residencias, como eliminar los talleres, la prohibición de salir a la calle e impedir que vinieran familiares a ver a sus abuelos». La religiosa lo celebra «prudentemente», aunque sin esconder una «gran satisfacción».

Sor Lucía destaca la «disciplina» y «la buena voluntad» de los residentes, que están cumpliendo a rajatabla las normas».

Mientras, los mayores que viven en el Hogar Virgen del Lledó están más que contentos de las atenciones que reciben. Ya no solamente por las bondades de las religiosas, sino también por la calidad de las instalaciones. «Esto es un hotel de cinco estrellas», se aventura a decir Domingo Cervera, de 87 años.

Un recurso social

También Teresita Centelles habla de las excelencias de este recurso social. «Esto es de maravilla y las religiosas son todo corazón», explica Nieves Bravo.

Sin embargo --lo expresan los usuarios del antiguo asilo a este periódico--, «hay preocupación» por la crisis sanitaria internacional del coronavirus.

«Tenemos un poco de miedo, sí», sentencia Carmen Nos. Encarna Mingol habla de las «malas noticias que salen todos los días en la televisión». H