Las bodas están en desuso. Y casarse por la Iglesia es todavía más minoritario. De los 909 matrimonios celebrados en Castellón durante el primer semestre del año pasado, tan solo 198 (el 21,7%) se celebraron por la Iglesia. El resto fueron por lo civil, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que desvelan también cómo el número de enlaces matrimoniales sigue en caída libre: desde los 2.666 registrados en el 2006 a los 2.031 del 2015. O lo que es lo mismo: un descenso del 31%.

Pese a que menos parejas se dan el sí quiero, las bodas en Castellón recuperan boato. Quienes deciden dar el paso lo hacen con todas las consecuencias y con un presupuesto mucho menos ajustado que durante los últimos ocho años.

Donde más se nota la recuperación es en el banquete. La crisis provocó una drástica reducción del número de invitados, pero ahora muchos enlaces vuelven a ser bodorrios. «Este año las bodas son más grandes, con un mayor número de invitados. Es cierto que todavía hay parejas que optan por celebraciones más pequeñas, pero hay muchas con 300 invitados, una cifra impensable durante estos últimos años», apunta Laura Lluch, responsable comercial de la sala Opal de Castellón.

Silvia Franch, una de las responsables de Brisamar-Grup Betxí, va en la misma dirección. «En general, las bodas son más grandes y tenemos algunas de incluso 350 invitados», dice.

Pero, ¿que cuesta una boda? Aunque la horquilla es muy amplia, el coste medio oscila entre los 18.000 y los 25.000 euros. De esta cifra el montante más alto está destinado al banquete, que se lleva más del 60% del presupuesto. El viaje de novios supone entre 1.300 y 3.350 euros, mientras que en las invitaciones, las flores o las alianzas se gastan entre 1.620 y 3.140 euros, un 14% del total. Tampoco hay que olvidarse del desembolso que supone el traje de novio (unos 600 euros) o el de la novia, mucho más caros y entre 900 y 2.500 euros.