Dicen que la experiencia es inolvidable, sobre todo, desde el punto de vista sentimental. Lejos de las aglomeraciones, las esperas, los grandes pedidos y las prisas, los farmacéuticos de los municipios más pequeños de la provincia viven y trabajan a un ritmo mucho más pausado. Tiempo les sobra. Lo que les faltan son ingresos suficientes.

Verónica Hernández Agramunt llegó por casualidad a Sorita. Esta farmacéutica nacida en Castellón hace 33 años abrió su oficina en este municipio de apenas 135 habitantes hace ahora un año y, hasta la fecha, la experiencia no ha podido ser más gratificante. El cambió ya lo notó desde el primer día, sobre todo, porque venía de trabajar en Valencia. "Una farmacia de pueblo no tiene nada que ver con la de una ciudad como Valencia y Castellón. Hay muchas diferencias y, la principal, es el tiempo que tienes para poder dedicar a los enfermos", asegura la boticaria de Sorita.

"Lo mejor es que enseguida te sientes como en tu propia casa, ya que la gente es maravillosa, muy agradecida", cuenta Tere Badenes Escrig, la titular de la oficina de Benafigos, con poco más de 200 habitantes. Tere ya es veterana en esos lindes. Abrió su botica hace siete años y, aunque es de Atzaneta, los vecinos la consideran de los suyos. "Podemos hacer un seguimiento personalizado de todos nuestros usuarios, sabemos los nombres de todos los vecinos y conocemos su historial médico", añade esta farmacéutica de 30 años.

La inmensa mayoría de los usuarios de las farmacias de los pueblos son gente mayor, con las dolencias propias de la edad. "Se les toma un gran cariño y ellos son especiales. Me cuidan mucho, y me dicen que me abrigue para que no coja frío", dice Verónica Hernández Agramunt.

Vallibona también es uno de los últimos municipios más pequeños de Castellón en donde se ha abierto una botica. Su titular es María Dolores Perelló, natural de Atzaneta d´Albaida. Uno de sus hijos se quedó con la farmacia que María Dolores ha regentado durante casi toda su vida y ella optó por abrir otra en Vallibona. "Lo mejor es el servicio que prestas a la gente, eso es importantísimo", señala.

Abren todos los días

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, las farmacias de Sorita y Benafigos, como la mayoría de los pequeños municipios del interior, abren al público todos los días. "El médico pasa consulta a diario y nosotros estamos en horario de mañana", dicen.

Lo más negativo, no obstante, es la baja facturación. "Los ingresos de una farmacia en un pueblo de 100 habitantes, lógicamente, no tienen nada que ver con los de una botica de una gran ciudad. No nos da para vivir, por eso lo normal es que estemos aquí unos años para conseguir puntos y poder abrir en un municipio más grande, donde podamos vivir en otras condiciones económicas", coinciden todos los profesionales consultados.

Pero vayan donde vayan, Verónica, Tere y María Dolores confiesan que siempre recordarán los años que pasaron en un pueblo donde al farmacéutico aún se le trata de usted.