Encontrar un alojamiento rural en el interior de Castellón en el que pasar el puente de la Inmaculada es, a estas alturas del año, algo prácticamente imposible. Apenas quedan plazas libres. Si lo que se pretende es celebrar la Nochevieja en una casa de Morella, Culla o Vilafamés las posibilidades no son mucho más altas. Casi todo está completo y lo está porque el interior de la provincia vuelve a estar de moda. Tras años en los que los propietarios de los 455 alojamientos se las veían y se las deseaban para llenar sus casas, ahora los clientes llegan solos. Tanto que hay municipios con más demanda que oferta y algunos empresarios están empezando a ampliar su negocio.

Que el interior vuelve a estar en el punto de mira de los turistas que eligen Castellón para pasar sus vacaciones o hacer una escapada es algo que demuestran los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE). De enero a octubre de este año, 46.678 personas se alojaron en alguna de las casas rurales de la provincia, un 20,7% más que en el mismo periodo del año anterior, cuando fueron 38.663. Si nada se tuerce a última ahora, todas las previsiones apuntan a que el sector cerrará el año con más de 55.000 visitantes, el mejor dato desde que empezó la crisis económica y prácticamente la misma cifra que hace una década, la época dorada del turismo rural.

Quienes gestionan los alojamientos rurales de la provincia aseguran sin matices que 2017 será un gran año para el sector. Y ya tocaba. «Está siendo un buen ejercicio. En Semana Santa tuvimos mucha gente, en verano también y los meses de octubre y noviembre han sido excelentes», apunta Lledó Agüera, una de las responsables de Mas de Borrás, un complejo turístico situado en Villahermosa del Río y en el que caben un centenar de personas.

LLENO LOS FINES DE SEMANA // Si en Mas de Borrás no esconden el optimismo, en municipios como Morella, Culla o Vilafamés la sensación es la misma. Lo saben bien Gabriel Mayo, propietario de dos alojamientos rurales en Vilafamés y que en pocos meses ampliará negocio y construirá un nuevo alojamiento rural. «Ahora mismo este municipio se queda corto en casas rurales. Hace muchos años que no sucedía, pero hay más demanda que oferta», apunta este empresario que insiste en que todos los alojamientos del municipio están a tope y lo están todos los fines de semana. «No es algo que me ocurre solamente a mí. Todos los que tenemos casas rurales en Vilafamés estamos igual», sentencia.

A unos 40 kilómetros de Vilafamés, en Benassal, tiene su casa rural Eva Pitarch. Esta empresaria, que ha encontrado en este tipo de alojamientos un complemento a su renta, abrió las puertas del Mas del Corralet hace siete años, en plena crisis económica, y el negocio le va viento en popa. «Siempre me ha ido bien y, últimamente, todavía me va mejor, ya que todos los fines de semana los he tenido llenos», apunta Pitarch quien asegura que hace un esfuerzo importante por posicionarse a través de la red.

Pese a que en el sector del turismo se vuelve a respirar tranquilo, hay empresarios que opinan que todavía queda mucho por hacer. Ahora los vientos son favorables, pero esta actividad todavía podría dar mucho más de sí. «Nos va mejor pero tampoco es para echar cohetes. Quizás deberíamos estar más unidos porque para llenar hay que moverse mucho y no siempre podemos hacerlo», reflexiona Ana Palerm, propietaria de la Masía Sort de Boix, en el término de Culla, y que lamenta que la Administración da pocas facilidades para que el empresario pueda abrir más mercados.

la asignatura pendiente // Pese a que se mire por donde se mire los resultados los nueve primeros meses del año son buenos, quienes se dedican al negocio de los alojamientos rurales creen que todavía queda mucho para alcanzar cifras óptimas. Y una de las claves podría ser el turismo internacional. De los casi 47.000 visitantes que hasta octubre han elegido el interior de Castellón solo 1.616 son extranjeros, es decir, el 3,4%. «Más del 90% de nuestros clientes proceden de la Comunidad Valenciana y, en especial, de la provincia de Valencia», describen en Mas de Borrás.

Las cifras de extranjeros siguen siendo muy pobres pero han mejorado algo. En 2016 la proporción de clientes internacionales era todavía más baja, del 1,5%. «Tengo algún cliente francés, pero es minoritario», concluye Eva Pitarch desde Benassal.