Casi el 80% de los mil yacimientos y vestigios arqueológicos que existen en la provincia de Castellón languidece entre la dejadez y la falta de inversiones en un ámbito que para los investigadores continúa siendo “la hermana pobre de una pretendida recuperación económica”. Arqueólogos, paleontólogos, historiadores, etnólogos o documentalistas coinciden en señalar la importancia científica de estos restos, pero también en las “enormes posibilidades” que presentan para enriquecer la oferta turística y cultural de la provincia.

“La investigación, salvo honrosas excepciones, está paralizada desde hace unos años”, tal como señala Javier Allepuz, arqueólogo y agente de desarrollo rural, quien recuerda el boom que vivió la provincia en el arranque del milenio alentado por la importante actividad en materia urbanística y obra civil.

Allepuz coincide plenamente con otros expertos de la provincia, como el paleontólogo José Miguel Gazulla, para quien el impacto económico a lo largo de estos años ha sido enorme. “Los últimos descubrimientos en Castellón nos ha situado en el ránking mundial en cuanto a paleontología, pero todo ahora es distinto tras el parón por la crisis”, explica Gallulla, quien señala que en esta evolución ha sido determinante la falta de recursos y la parálisis por la escasas obras en materia de infraestructuras viarias y urbanísticas, lo que ha frenado la localización de restos.

Si bien el abandono o semiabandono de los vestigios afecta al conjunto del patrimonio arqueológico, hay ámbitos que han notado más el problema, como es la etnología, como señala Asunción Oria, especialista en inmuebles históricos. “Las arcas municipales han venido haciendo los deberes hasta que tuvieron que destinar sus recursos a los servicios básicos. Desde ese momento, la inversión en la conservación del patrimonio etnológico ha sido extremadamente escasa”.

El responsable del Servicio de Arqueología de la Diputación, Arturo Oliver, refrenda que esta parálisis urbanística ha sido determinante en el estado actual de las excavaciones, ya que, como recuerda el arqueólogo Javier Allepuz, los mismos promotores ayudaban en la financiación, como así obliga la ley de patrimonio. H