El refranero popular dice que Más vale agua del cielo que todo el riego, un dicho que este año le viene a Castellón como anillo al dedo. Y es que la provincia cuenta con las menores reservas de agua en cinco años, al tener sus embalses al 35% de su capacidad. Así lo evidencian los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) relativos a la situación de las provisiones de agosto.

Ante esta situación, los regantes temen que el campo pague las consecuencias de la sequía y se encomiendan al cielo para que las precipitaciones otoñales contribuyan a revertir una escasez hídrica que empieza a preocupar.

Las comarcas del Maestrat son las que se llevan la peor parte, y es que el embalse de Ulldecona (ubicado en una zona que proporciona agua del río Bergantes) lleva meses en alerta y solo tiene un 1,3% embalsado, con apenas 0,14 hectómetros cúbicos almacenados, según cifras del Ministerio para la Transición Ecológica.

María Cristina, en el término municipal de l’Alcora, también se ha desplomado este verano respecto al mismo periodo del año anterior. Si en agosto del 2017 estaba al 25,36%, hoy solo tiene cubierta el 3,5% de su capacidad.

La infraestructura con mejor estado es la del Sitjar, en Onda, que está a la mitad (51,5%). Le siguen el embalse del Regajo, en el Alto Palancia, con el 40,5%; y el de Arenós (el más grande de la provincia y sito en la comarca del Alto Mijares), al 35,85%.

ÚLTIMA TORMENTA

Las últimas precipitaciones, en el marco del episodio de tormentas y lluvias del pasado día 16, descargaron en ocho horas en la provincia hasta 70 litros por metro cuadrado en Vila-real, 62 en Alfondeguilla y 57 en Castellón y Almassora, además de dejar 2.600 rayos, que impactaron en numerosos puntos de la geografía provincial.

Esta lluvia evitó que el campo tuviera que regarse durante unas cuatro jornadas en la capital de la Plana, Almassora, Burriana o Nules, tal y como confirma el presidente del Sindicato Central de Aguas, Enrique Font. Sin embargo, no fue significativa como para que se reflejara en los embalses. «Si no tenemos un septiembre y octubre lluviosos, habrá problemas. La primavera será complicada y podrían llegar las restricciones», dice el máximo representante de los regantes.

La agricultura de secano sería la más perjudicada, en especial, la oliva y la almendra. Por el contrario, la de regadío, con la ayuda de los pozos, lo notaría menos.

SEGUIMIENTO CONTINUO

Aunque los datos no son buenos, desde la Confederación Hidrográfica del Júcar indican a este periódico que el campo se encuentra en plena campaña de riego y normalizan que los embalses vayan a la baja. Las mismas fuentes prevén que la situación se estabilice en septiembre y aseguran que «de momento, no hay un escenario restrictivo contemplado».

Respecto a la circunstancia particular de cada depósito, inciden en que en el sistema Mijares --engloba María Cristina, Arenós y Sitjar-- la situación es «de normalidad», aunque se realiza un seguimiento contínuo, especialmente por parte del Sindicato de Riego. En el sistema Cenia, que afecta a Ulldecona, está decretada desde hace meses la alerta y ya se han aplicado restricciones con subterráneas. En el Palancia, por su parte, se prolonga la prealerta y, desde la CHJ, recuerdan que hay que tener prudencia.

Desde la Confederación inciden en que, pese al bajón registrado, Castellón tiene más agua embalsada que los sistemas del Júcar (29%) y del Turia (32%).

«Desde el año 2015 estamos en sistema de sequía declarada en las cuencas del Júcar y del Segura», aseveran los técnicos.

A nivel nacional, la reserva hídrica está al 60,7% de su capacidad total y los embalses almacenan actualmente 34.051 hectómetros cúbicos de agua, según datos aportados ayer por el Ministerio. La mejor parte se la llevan las cuencas internas de Cataluña (al 86,9%) y el Cantábrico (83%). El Segura (24%) y el Júcar (28,8%) son las más bajas.