Si el número de tarjetas crece en la provincia, el volumen financiero implicado en este medio de pago lo hace aún más. De los datos del informe del Banco de España se desprende que en el último año los castellonenses abonaron con dinero de plástico alrededor de 1.500 millones de euros --124.406 en el conjunto de España--, lo que representa un incremento del 13,5% sobre el ejercicio anterior, casi dos puntos más que lo que se han elevado las tarjetas en circulación.

En lo que se refiere al número de operaciones realizadas con este instrumento financiero, tan presente en las economías domésticas, en el Estado fueron 3.046 millones de operaciones, de las que más de 350.000 corresponderían a la provincia de Castellón, en función de la proyección de los datos por población. Este indicador es el que más crece, con un índice del 13,5%.

de la mano del gasto privado // Según el propio Banco de España, la evolución del importe total de las compras abonadas con tarjeta siguió un perfil similar al del gasto en consumo privado de los hogares, aunque sus tasas de crecimiento fueron mayores, lo que pone de manifiesto su uso creciente para canalizar los pagos relacionados con el consumo.

En este sentido, el responsable de la Unión de Consumidores de España (UCE) en Castellón, Juan Carlos Insa, apunta que «es lógico que el gasto con tarjetas crezca al menos en la misma proporción en la que lo hace su número, ya que, si hay más, se usan más».

En todo caso, Insa alerta al usuario, especialmente en el caso de las tarjetas de crédito, de la necesidad de conocer con detalle la letra pequeña del contrato que se firma con la entidad financiera a la hora de adquirir la tarjeta.

El experto habla no solo de la comisión anual que se suele satisfacer al banco por hacer uso del medio de pago, sino los altos intereses que implican las cuotas fijas mensuales de abono de las compras realizadas, así como del coste que tiene, en concepto de deuda, lo que no se puede pagar dentro del plazo establecido.

menos control // Otros expertos apuntan como una de las operaciones típicas de clientes particulares el uso de la tarjeta para pagar las vacaciones cuando aún no se dispone del dinero y saldar la deuda al percibir la paga extra. Sin embargo, el coste puede ser muy elevado en comparación con un crédito convencional. Un ejemplo es, entre otros, el de quien pide 2.000 euros y los devuelve tres meses después, y tiene que satisfacer un tipo de interés del 5%, lo que en el caso del importe tomado supondría un coste de 100 euros para solo noventa días y un capital reducido. La situación actual, con el consumo en una evolución al alza, con ritmos de crecimiento situados por encima de 3%, ha activado una cadena cuyo último eslabón puede ser la solicitud de préstamos para el consumo de bienes de uso duradero que se pueden pagar con la tarjeta.