El turismo rural vuelve a carburar pero en Castellón se enfrenta a una amenaza y es de las importantes: la despoblación. En 19 localidades del interior apenas quedan cien habitantes. En otras 46 hay censados entre 101 y 500, y los municipios de menos de 3.000 habitantes (que son la mayoría en la provincia) han perdido cerca de 6.000 vecinos en los últimos cuatro años.

Para hacer frente a la situación hay voces que apuntan que una de las claves está, precisamente, en el turismo rural. Los alojamientos de interior ayudan a crear empleo y mejoran la economía de un municipio, pero su contribución no siempre es suficiente. «Que venga gente de fuera todos los fines de semana es positivo, pero el interior necesita más. Un pueblo no vive solo de las cuatro o cinco casas rurales que hay abiertas y de Fin de Año o Semana Santa», aseguran varios empresarios consultados.

Impulsar los alojamientos de interior puede ser una solución, pero los alcaldes piden mucho más. El presidente de la Diputación, Javier Moliner, ya ha anunciado la convocatoria de un cumbre de alcaldes para analizar la situación y buscar soluciones e incluso ha pedido ayuda a la Unión Europea. Quien también va a mover ficha es el Consell, que prepara un proyecto de ley, que verá la luz previsiblemente en el segundo trimestre de este año, y que contiene un paquete de medidas para evitar que los pueblos se queden sin vecinos.

Entre esas medidas que baraja el Gobierno que preside Ximo Puig destaca la creación de una Agenda Valenciana Antidespoblament e iniciativas fiscales, con impuestos y tasas más ajustadas a su situación de cada localidad; así como iniciativas urbanísticas y educativas, para favorecer que los vecinos no abandonen los pueblos pequeños por falta de oportunidades laborales.