Tras un estancamiento, el número de tarjetas de pago crece en España y, por tanto, en Castellón, donde el dinero de plástico desplaza al efectivo en una tendencia que lo es también de futuro al calor del mayor dinamismo económico, el declive de la atención personalizada de las entidades financieras, la búsqueda de nuevos medios de obtener beneficios de la banca y, desde luego, por el avance imparable de las nuevas tecnologías, incluidas las que se utilizan para comprar bienes y servicios de todo tipo.

Si el número de tarjetas en general se eleva por segundo año consecutivo (un 6,6% en el último, siguiendo así la tendencia creciente iniciada en el 2015), las que más crecen son las de crédito, un 8,8%, según la memoria anual sobre la vigilancia de los sistemas de pago publicada por el Banco de España (BdE).

De los datos del BdE y su proyección por población se desprende que en estos momentos, los castellonenses poseen más de 900.00 tarjetas, de las que las de crédito superarían las 580.000.

el negocio de la banca // Desde el punto de vista del responsable de la Unión de Consumidores de España (UCE) en Castellón, Juan Carlos Insa, entre las razones de este intenso repunte, especialmente en el caso del documento que permite pagar a crédito, además de la mejora económica, se halla que «los bancos quieren ampliar su volumen de negocio en un contexto en el que los tipos de interés son muy bajos».

En este sentido, Insa añade que «las tarjetas son importantes vías de ingresos para las entidades financieras, tanto a través de las comisiones como en lo que se refiere a los tipos que aplican a las deudas que se contraen con su utilización fuera de los plazos, que llegan a triplicar los de un crédito convencional, por ejemplo».

Además, el representante de los consumidores entiende que, a la larga, el sistema tiende hacia la desaparición del dinero en efectivo del mercado para lograr, entre otros objetivos, «tener todas y cada una de las operaciones económicas que se realizan bajo la lupa, que nada pueda escapar al control de Hacienda», algo que ahora sí puede ocurrir, y de hecho, ocurre con frecuencia.

En cuanto al avance de las nuevas tecnologías, Juan Carlos Insa señala que «en estos momentos el pago con el teléfono móvil es incipiente», pero vaticina que «en un par de años, no mucho más, será lo más corriente y todo el mundo tendrá el móvil vinculado con una tarjeta», algo que «facilitará las cosas a los consumidores» porque el teléfono se ha convertido ya en inseparable de prácticamente cada ciudadano.

«un poquito mejor» // Por su parte, el economista castellonense Enrique Domínguez, quien coincide en que el peso de las nuevas tecnologías es clave para entender la retirada progresiva del dinero en efectivo en favor de otros medios de pago como son las tarjetas, añade que «la mejora general de la economía se traduce también en que las cosas vayan un poquito mejor para las economías familiares en Castellón».

Sobre el avance del número de tarjetas de crédito en concreto, Domínguez apunta que «aunque el trabajo es menos seguro que durante los peores años de la crisis, se vuelve a hábitos previos a la recesión, usando más los medios de endeudamiento como las tarjetas, que permiten fraccionar pagos o sacar dinero cuando no llegas con tus propios recursos».

vigilar gastos // Desde el punto de vista del economista, el riesgo está en relajar el control de los gastos más allá de lo razonable y que, cuando llegue el final de mes, «el entrampamiento resulte mayor de lo esperado porque no se han valorado ni el volumen real de la deuda adquirida con la tarjeta, ni el elevado coste de los intereses que tienen los impagados por este medio». Enrique Domínguez coincide con Insa en que «cada vez se van a usar más medios diferentes del dinero en metálico para pagar», y llama la atención sobre el rápido cambio que se ha producido en los últimos años en el sentido de que, «hasta hace relativamente poco tiempo, solo se usaban las tarjetas para pagar cantidades relativamente importantes y, hoy por hoy, se hace también para abonos menores, como una compra de tres euros, por ejemplo, en el caso de los supermercados».

Esta evolución se encuentra en línea con la progresiva e intensa reducción del número de oficinas bancarias, especialmente acusada en Castellón, como ha informado Mediterráneo, que progresa en proporción inversa a la utilización cada vez más destacada de las herramientas de banca electrónica frente al desuso de la atención personalizada.