A pesar de las promesa lanzada por David Cruz de ceder sus derechos preferenciales y apartarse a un lado si alguien suscribe la totalidad de la ampliación de capital, el proceso que se aprobó ayer con la reducción del capital social a 909.051 euros y la suscripción de acciones por el mismo valor, no ofrece garantías a posibles compradores de controlar el club, por el difícil y tortuoso camino que habría que seguir, además de no contar con garantías jurídicas suficientes. Esta circunstancia puede frenar las aspiraciones del grupo empresarial de Castellón en el que figuran hombres como Pablo Hernández, Vicente Montesinos, Bruixola o Javier Heredia, entre otros, de comprar el CD Castellón.

Adquirir el paquete de Cruz supondría obtener un 35% del capital social (una inversión de alrededor de 550.000 euros), el mismo que conservaría el actual presidente sin invertir nada, además de que no garantizará el control del club por los porcentajes que poseen otros accionistas como Manolo García, Meydis o varios restos que quedan de Castellnou 2005 SL. La ampliación hecha a su medida por Cruz no acaba de despejar la senda a un cambio radical del rumbo en el club albinegro, porque Cruz, como máximo accionista, lanza un discurso contradictorio y confuso, en el que por una parte anuncia que cede sus derechos preferenciales para la compra de acciones y marcharse, pero a la vez exige garantías y avales para el presupuesto desde su posición de accionista mayoritario. Tal situación puede complicar la llegada al Castellón del grupo de Pablo Hernández o de cualquier otro que quisiera gestionar la entidad albinegra.

Cruz sigue maniobrando a su antojo y llevando las riendas de un Castellón lastrado por la herencia de Castellnou y ahora del actual presidente. El embrollo continúa. ¿Hasta cuándo?