Con el primer toque de las campanas de la iglesia parroquial de la Transfiguración de les Useres, poco a poco se hizo el silencio. En unos instantes, los primeros cánticos en latín, que llegaban a las escalinatas difuminadas por las paredes del templo. Y, acto seguido, el primer peregrino, seguido de la comitiva religiosa y los otros 12 elegidos, que llegaron a Sant Joan de Penyagolosa cuando se apagaba el día.

Desde ayer, todo este ceremonial disfruta de la protección de bien de interés cultural (BIC) inmaterial, que concede el Consell. Pese a la noticia, que adelantó Mediterráneo el miércoles, la sensación en el municipio era que no había más público que en ediciones anteriores. “Lleno, como siempre, aunque la lluvia del jueves ha podido hacer que alguna gente se eche atrás en el último momento”, apuntaban en uno de los bares de la localidad.

No obstante, en las calles del pueblo el bullicio era considerable antes de iniciar la romería. Gentes llegadas de todos los puntos de la provincia --Castellón, Vila-real, Sueras, Almenara, Nules, entre otros municipios-- se acercaron a ver la salida de los 13 caminantes, que recorrieron descalzos la primera parte del recorrido. Después, fueron centenares los que siguieron a los peregrinos en su ancestral camino hacia el gegant de pedra, que data del siglo XIV y que cumple el voto anual de pedir salud, paz y lluvia.

AUGE TURÍSTICO // Además del misticismo y la tradición, els Pelegrins de les Useres es también un gran evento turístico que, según los cálculos del alcalde, Jaime Martínez, moviliza a más de 4.000 personas el fin de semana.

Concha, Joan y Sara son un ejemplo. Estos tres amigos de Sueca (Valencia) llegaron a l’Alcalatén el jueves por la noche y se quedarán hasta el domingo en la zona. Ayer acompañaron a la comitiva hasta Sant Miquel de les Torrocelles, donde tuvo lugar la primera parada, y hoy y mañana visitarán varios pueblos de esta comarca y del Maestrat.

Precisamente, la medida aprobada ayer por el ejecutivo autonómico va en la línea de proteger y potenciar esta rogativa y la de Culla, que según la Generalitat “poseen un elevado valor etnológico, histórico y cultural”.

En el caso de los autóctonos, el auge de la romería se vive con sentimientos encontrados. Por una parte está el orgullo y por la otra, el debate. La polémica no es tanto que haya demasiada gente sino que “algunos de los visitantes no entienden que vienen a un acto religioso con unas características muy especiales”, apuntaba Rosana, vecina del municipio. H