La ultraderecha europea manifestó, y bien temprano, su satisfacción por la victoria de Donald Trump. La primera fue la francesa Marine Le Pen, del Frente Nacional (FN), que ve el viento a favor con las noticias llegadas de Washington y ni siquiera esperó a que se oficializaran los resultados para felicitar al republicano y al pueblo norteamericano «libre». También el presidente de Rusia, Vladímir Putin, fue de los primeros en felicitar a Donald Trump. Así como China, ya que el giro geopolítico de Trump dará un respiro a Pekín en el Pacífico. También le felicitaron las instituciones europeas. «Europa es un socio fiable y lo seguirá siendo y esperamos lo mismo de EEUU y su presidente», recuerda Donald Tusk, presidente de la UE, que ya ha invitado a Trump a una cumbre en Europa en cuanto sea posible. Por contra, México amaneció ayer angustiado por el efecto económico y por el anunciado muro que le separará de EEUU.

El rostro desencajado de François Hollande decía mucho más que sus palabras cuando felicitó de mala gana a Trump. Al hablar del «periodo de incertidumbre» que abre su triunfo, el presidente francés ponía encima de la mesa el abismo que se cierne sobre el mundo, sobre Europa y sobre Francia a solo seis meses de unas elecciones presidenciales sobre las que planea el fantasma de ver al FN en el poder.

El terremoto político provocado por Trump marca además en Francia la recta final de las primarias de los Republicanos. El día 27 se conocerá el candidato conservador y las encuestas dan como favorito al moderado exprimer ministro Alain Juppé. Pero, ante el fracaso demoscópico de EEUU, Nicolas Sarkozy no da nada por perdido. Cerrar el paso a Le Pen ha sido uno de los mantras de ambos. Sarkozy quiso ayer erigirse como candidato «del pueblo frente a las élites». «No quiero que el futuro de Francia sea el del FN», dijo Juppé.

Unas ideas que apoyan cada vez más franceses, tentados por las promesas de la líder antisistema, xenófoba y populista que capitaliza el cansancio de amplios sectores con una clase política inmune a sus preocupaciones. La hipótesis de que Le Pen gane es de repente plausible. Los sondeos la sitúan en la segunda vuelta, aunque auguran que será su rival del centroderecha quien venza el 8 de mayo. Pero si ninguna encuesta vio venir ni el brexit ni a Trump, nada impide otro error y que Le Pen provoque una réplica en Francia del seísmo norteamericano.

MÁS DE LO MISMO / En Holanda, más de lo mismo. El líder ultra, Geert Wilders, también muy bien posicionado para los comicios del año que viene, calificó el triunfo de Trump de «histórico»: «El pueblo está recuperando su país. Nosotros también lo haremos», afirmó.

«¡Una encarecida enhorabuena al elegido presidente!», escribió en Facebook Heinz-Christian Strache, líder del partido derechista populista austríaco FPÖ, que lidera las encuestas. «La izquierda política y la intrincada élite son castigadas una y otra vez en las urnas por los electores. Es bueno, porque el Derecho está en manos del pueblo», añadió.

En Italia, el máximo dirigente de la Liga Norte, Matteo Salvini, afirmó que la victoria de Trump significa «la revancha del pueblo» contra los banqueros, los especuladores, los sondeos y los periodistas. Según Salvini después de esto y del brexit «es el momento de ser osado».

La derecha radical de Alternativa para Alemania (AfD) también advirtió de que la victoria del republicano «es un aviso a todo el establishment». Y para Amanecer Dorado, de Grecia, es el «principio de un cambio (...) el triunfo de las fuerzas que se oponen a la globalización, luchan contra la inmigración ilegal y están a favor de la limpieza étnica en los estados».

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, escribió en Facebook: «Qué gran noticia. La democracia aún esta viva». Y el líder del ultranacionalista Partido Liberal Democrático de Rusia (PLDR), Vladímir Yirinovski, invitó a los periodistas a un copa de champán para celebrar la victoria de Trump. H