Agosto es el mes en el que la mayoría de pueblos de la provincia, concretamente el 70% del total, celebran sus fiestas mayores. Un acontecimiento que supone un impacto económico importante para cada uno de ellos e incluso para algunos, los que no tienen demasiada población, se convierte en totalmente vital para la supervivencia de los negocios locales, que recaudan tanto dinero en esos días como en varios meses al duplicarse, triplicarse o incluso llega a quintuplicarse su número de habitantes habitual.

Sucede en muchos municipios del interior, como por ejemplo en Catí, donde tal y como explica su alcalde, Pablo Roig, este fin de semana se reunirán alrededor de 1.500 personas, el doble del número de catinenses habituales. “Los bares son los que más se benefician. Ganan mucho dinero durante esos días, aunque en general lo hacen todos los comercios. Gracias a la semana de fiestas se pueden mantener los servicios durante todo el año”, explica el primer edil.

Algo parecido sucede en Portell con motivo de Sant Tomàs i Sant Roc. “Hay un impacto muy grande para los negocios, que generan fondos para cuando llegan las vacas flacas”, manifiesta el alcalde, Álvaro Ferrer. En el caso de este municipio el incremento de población es mucho más acusado, ya que “se pasa de los 200 vecinos a más de 1.000 estas jornadas”.

Un activo económico, en definitiva, muy importante para los municipios más pequeños, que invierten en fiestas para encontrar un retorno. Es el caso de Atzeneta, que con una población de poco más de 1.350 habitantes cuenta con un presupuesto para fiestas de unos 60.000 € --40.000 los aporta el Ayuntamiento--. “El dinero al final revierte en beneficio de los negocios; vale la pena invertir. Se crean puestos de trabajo y hay algunos comercios, como los bares, que incluso doblan plantilla”, indica el propio alcalde, Santiago Agustina.

Cartel de ‘completo’ // En Rosell, con solo 1.000 habitantes, en las fiestas mayores de agosto tienen “todas las viviendas ocupadas”, incluyendo las casas rurales, tal y como señala el alcalde, Evaristo Martí. En les Coves de Vinromà, la vuelta con motivo de las fiestas de parientes y naturales de la localidad que emigraron supone que se multiplique su población habitual, de unas 1.900 personas, y que varios negocios ganen durante esos días “lo que ganan en varios meses”, según manifiesta la alcaldesa, Mònica Nos.

Desde todos las poblaciones consultadas señalan además que la aportación del Ayuntamiento a las fiestas patronales se está manteniendo a lo largo de los últimos años; e inciden en la labor de los colectivos festivos, como las comisiones o las collas, a la hora de generar recursos económicos extra para esos días.