La botella de la recuperación económica está medio llena o medio vacía, según quién la mire. Y quienes creen que Castellón vuelve a ser una tierra de oportunidades son los inmigrantes, que miran de nuevo a la provincia. Solo durante el 2016 llegaron 4.599 personas procedentes de otros países, un 20,6% más que un año antes. Y en este 2017 la tendencia es la misma: 2.221 hasta el mes de junio, un 6% más que en el mismo periodo del 2016. Pese al fuerte aumento, la provincia sigue perdiendo población y lo hace, entre otras razones, porque los que se van siguen siendo más numerosos que los que llegan.

Castellón vivió una potente llegada de inmigrantes en los tiempos de fuerte crecimiento económico. Solo en el 2007 llegaron a la provincia más de 7.000 extranjeros y con el crecimiento del número de empadronados aumentó también la afiliación a la Seguridad Social, que ese año alcanzó su cifra récord de cotizantes foráneos, con 36.000 personas.

mano de obra barata // Hasta ese momento, el mercado laboral era capaz de absorber a los trabajadores de fuera. La economía avanzaba y la mano de obra inmigrante, más barata y muchas veces empleada para ocupaciones poco cualificadas, se convirtió en una de las locomotoras del crecimiento que empujó el aumento de la riqueza provincial. Pero el idilio se rompió con la crisis y el pinchazo de la burbuja. Castellón, con una tasa de paro que superó el 30% en el 2013, perdió de repente todo su atractivo cara a los inmigrantes y la llegada de extranjeros cayó bruscamente.

El panorama empezó a cambiar en el 2015, pero fue en el 2016 y en la primera mitad de este año cuando la tendencia se consolidó definitivamente. Un dato basta para entenderlo. Durante el año 2016 llegaron una media de 13 extranjeros al día, la cifra más alta desde el 2009, cuando fueron 5.219, según los últimos datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE). Quienes llevan años analizando el fenómeno de la inmigración en este territorio también constatan un cambio de ciclo y lo achacan a la mejora de las condiciones económicas. «Lo que está sucediendo ahora es lo normal en una época en la que la economía está remontando», apuntan desde el Observatorio Permanente de la Inmigración de la Universitat Jaume I (UJI), que auguran más años de crecimiento.

La inmigración crece en la provincia y también lo hace en el conjunto nacional. El año pasado llegaron a España 420.000 extranjeros, una cifra un 22% superior a la del 2015 y un máximo histórico solo rebasado entre el 2007 y el 2008, lo que supone el retorno a la «normalidad» de la inmigración en el país con una «progresiva vuelta a los patrones precrisis», según las conclusiones de los autores del Anuario CIDOB de la Inmigración 2017. «Volvemos y es probable que volvamos a recibir grandes volúmenes de inmigración» según vaya mejorando la situación económica, augura Ramón Mahía, uno de los autores del informe, que insiste en que no deben considerarse raras unas cifras de que alcancen el medio millón de foráneos.

MÁS SUDAMERICANOS // Pero, ¿de dónde proceden los inmigrantes que llegan ahora a Castellón? La mayoría de los casi 4.600 ciudadanos que en el último año han elegido tierras castellonenses para vivir vienen de la Unión Europea y, en concreto, de Rumanía, país del que proceden el 26,8% de los extranjeros que se asientan en la provincia (1.235 en números absolutos). A Rumanía le sigue Marruecos, con 509 entradas, Colombia (289) y Venezuela (166). De hecho, la inmigración sudamericana también vuelve a crecer con fuerza en Castellón y ya supone casi el 20% del total.

Pese a que Castellón atrae de nuevo a ciudadanos del resto del mundo, los que se van todavía son más que los que vienen. En el 2016, un total de 5.040 personas hicieron las maletas y se marcharon de la provincia rumbo a otro país. En el 2015 fueron 5.562 las que dijeron adiós, mientras que en el 2013 la cifra rozó las 10.000. Las distancias se acortan, pero el saldo migratorio de Castellón (diferencia entre las entradas por migración y las salidas por el mismo motivo) sigue siendo negativo. En el 2016 fue -440, mientras que un año antes la cifra ascendió a -1.759. Esos números rojos explica en parte por qué la provincia sigue perdiendo población. En los seis primeros meses de este año restó otros 1.514 vecinos, un retroceso que deja la población total de la provincia en 568.669 habitantes.