L a pandemia puede ser una oportunidad para los municipios del interior, pero sus alcaldes reivindican mejores comunicaciones y superar la brecha digital, así como servicios básicos para fijar población al territorio. Tal y como han expuesto a MediTV , los primeros ediles han constatado un interés hacia sus municipios durante estos últimos meses. Familias que decidieron pasar el confinamiento alejadas de las ciudades, gente teletrabajando durante el verano y también más turistas.

«Vivir en el mundo rural es posible hoy día con las tecnologías que hay. Esa sensación de libertad, de que estás solo, de tener menos riesgo, se ponen en valor en estos tiempos de pandemia», explica el alcalde de Llucena, David Monferrer, quien constata que la gente se está interesando un poco más por la compra de masías.

En la misma línea, el alcalde de Torás, Carlos del Río, detecta un aumento de población en los últimos meses. «Ha habido varias familias con hijos pequeños que han pasado la cuarentena en Torás y han continuado hasta estas fechas», apunta. No obstante, matiza que: «se necesitan redes de comunicación a la altura de una capital de provincia», como una fibra óptica que funcione perfectamente y sea lo más económica posible, pues ahora hay redes, pero las familias las pagan de su bolsillo. Así, el alcalde de Teresa, Ernesto Pérez apuntaba a la posibilidad de que, por ejemplo, la mancomunidad pudiera hacer frente a los costes para que fuera menos gravoso poder teletrabajar.

El alcalde de Forcall, Santiago Pérez, apela también a superar la brecha digital, aunque ha ido a mejor gracias a la apuesta de Generalitat y Telefónica y la iniciativa de Diputación para instalar fibra en todos los municipios. También indica que aunque en general los servicios han mejorado, aún hay carencias en educación, sanidad, transporte, o comercio, así como acceso barato a la vivienda. Además, defiende las bonificaciones fiscales y un cambio de normativa para una discriminación positiva para facilitar trámites.

El alcalde de Cortes de Arenoso, Rafael García, cita, entre los problemas, la falta de vivienda, ya que la que hay suele ser de gente de veraneo, que no la alquila, lo que provoca que quien trabaja en el municipio se vaya a otros pueblos; y el acceso a servicios, como la sanidad, para la población envejecida, ya que durante el covid se cerró el centro de salud y había que ir a Villahermosa. Su homólogo de Torrechiva, Esteban Salas, revela que «lo primero sería tener colegios», que ahora no tienen, «y un geriátrico, que generaría bastante puestos de trabajo y los mayores estarían más a gusto y sanos en un entorno natural como este».

La alcaldesa de Azuébar, Jéssica Miravete, anima a incentivar que la gente quiera quedarse a vivir allí. «Todo lo ocurrido, aquí se ha vivido con menor impacto que en las grandes ciudades. Esto es un paraíso», señala, apelando a ofrecer recursos para que «las familias vean el atractivo de residir aquí», argumenta. En su caso, cita que el curso que viene el colegio ofrecerá comedor.

El pueblo cuenta con fibra desde este año, por lo que algunos vecinos han llegado con la intención de pasar el verano y teletrabajar. Mientras, la munícipe de Bejís, María José Madrid, incide también en que se han empadronado siete u ocho personas, familias jóvenes con hijos, lo que supone más niños para el colegio, algo vital en las comarcas del interior.

Sin embargo, muchos no cuentan con este servicio. Es el caso de Teresa, que lo perdió hace unos dos años. O Torralba del Pinar, que no tiene escuela ni niños, aunque sí gente joven que va a trabajar a los pueblos de alrededor, comenta su alcalde, Fernando Barrachina: «Llevamos un siglo despoblándonos y no es fácil. Uno de los caminos para combatirlo es el turismo, la agricultura y la ganadería ecológica y el aprovechamiento del monte». Con todo, es un reto a largo plazo. «El objetivo es que no vayamos a menos, poco a poco», puntualiza Rosa Guillermo, alcaldesa de Matet. H