Marta Valentín es una de las más fieles veraneantes de Benicàssim. Procedente de Madrid y de 33 años, lleva desde pequeña pasando junto a sus padres y ahora también con sus hijos pequeños, Gala y Hugo, prácticamente todos los días del verano en estos arenales. «Este año me suscitaba cierto miedo bajar a la playa, no sabía qué me iba a encontrar», afirma. Para su sorpresa, asegura que no ha habido grandes masificaciones y se ha encontrado «a gusto» en todo momento.

Eso sí, advierte de que ha notado cambios en el comportamiento de los veraneantes. « Todos miden la distancia entre unos y otros y dibujan su propia parcela en la arena con sus pies para delimitar el espacio de forma visible», relata. También percibe que los paseos por la orilla se producen a horas en las que no hay mucha gente. «No hay tantas personas caminando como otros años», indica.

«Yo que tengo dos niños he preferido no usar la ducha y el grifo de pies para evitar que toquen los botones que han tocado tantísimas personas», cuenta. Otra diferencia es que sus padres se bajan ahora sus propias sillas.