Se acerca el final de mes y, con él, muy pronto recibirá en su buzón la correspondiente carta informándole del cargo en cuenta de su recibo de la luz. Pero, más allá del disgusto, ¿se ha parado a pensar lo que está pagando? ¿Sabe leer su factura? Pues más de la mitad del importe son impuestos. Así de claro.

Muy pocos ciudadanos se paran a analizar esta cuestión. Muchos admiten que su mirada se va directamente a ver a cuánto asciende la cantidad. Tras el disgusto, deciden volver a doblar la carta y obviar el asunto. Los más valientes, echan un vistazo y tratan de entender todo ese maremagnum de números, potencias y gráficas... para acabar desistiendo igualmente.

Y eso que desde que la luz empezó a convertirse casi en un producto de lujo, las compañías eléctricas no han hecho más que simplificar el boletín. Una política de transparencia que tiene por único objeto dejar de ser los malos de la película y poner en evidencia los verdaderos culpables: que más de la mitad de lo que se paga al mes en el recibo son impuestos.

Haga el ejercicio

Mediterráneo sí ha hecho el ejercicio con un caso real, el que se exhibe en esta página. Núria B.B. ha pagado por su consumo eléctrico del 20 de diciembre al 22 de enero un total de 61,73 euros. Pero desde Iberdrola, compañía comercializadora de la luz, especifican que «el importe, sin impuestos, es de 30,54 euros»: potencia, consumo y alquiler de equipos de medida (contador inteligente).

Y más aún. Si se tienen en cuenta los costes de suministro, de los 61,73 €, solo 28,19 euros tienen que ver con el coste de suministro eléctrico (16 euros por los gastos de producción de electricidad y 12,19 euros por los costes de redes de transporte y distribución). Los restantes 32,79 euros son impuestos aplicados (13,15 €), una carga para incentivos a las energías renovables, cogeneración y la gestión de residuos (11,98 €) y otros costes derivados de la regulación energética (7,66 €).

Ajustar la potencia

Con estas cifras en la mano, y unos euros menos en el bolsillo, la pregunta que cabe hacerse es si se puede ahorrar. Pues sepa que no basta con apagar la luz, porque la tarifa lleva unos gastos fijos por los que seguirá pagando aunque no consumiera ni un kilovatio. Siguiendo con el ejemplo: Núria B.B. paga 23,67 € por la potencia contratada (esta cifra siempre es la misma) y solo 5,99 por la luz consumida. De ahí la importancia de no contratar más potencia de la que realmente se necesita. Con la luz... ¡no se juega!