El año ha comenzado con una revisión de la situación económica que nos ha dejado el 2016. La información que hemos ido obteniendo hasta el momento apunta a que los resultados han sido mucho mejores de lo esperado. Los malos augurios que se presagiaban ante la incertidumbre política parecen no haberse llegado a cumplir, y la recuperación de la economía española muestra signos de seguir adelante. Pero si algo es cierto acerca de estos datos agregados es que pueden esconder una elevada heterogeneidad dentro de los mismos. En concreto, podemos esperar marcadas diferencias regionales entre las comunidades autónomas, tanto en su salida de la crisis económica como en el ajuste que han sufrido en estos últimos años.

Atendiendo a las últimas estimaciones de crecimiento del PIB para el 2016 realizadas por el Centro de Predicción Económica (CEPREDE), vemos que, del 3,2% de crecimiento esperado para el conjunto de España, la mayor parte vendrá absorbido por el crecimiento de las regiones de Murcia (3,6%), Castilla-La Mancha y Canarias (ambas con un 3,4%), la Comunidad de Madrid y el País Vasco (con tasas del 3,3%), y finalmente, Andalucía y Castilla y León (las dos con un 3,1%). En la cola, se encontrarían Cantabria con un leve crecimiento del 2,2%, seguida de Aragón y Asturias con un 2,7%. Aun así y a pesar de estas diferencias, doce de las dieciséis comunidades habrían superado el umbral del 3% de crecimiento en 2016. Esto es, la recuperación de la economía no parece ser cosa de unas pocas.

Todavía es pronto para saber correctamente cuáles son las fuentes de este crecimiento, pero sin lugar a duda el comercio internacional está siendo una de ellas. Desde los inicios de la crisis económica en el 2008, las comunidades han salido al exterior para vender sus productos ante el inicial desplome de la demanda interna. En este caso, Murcia, Castilla y León y Castilla-La Mancha han llevado a cabo grandes esfuerzos alcanzando tasas de variación entre 2008 y 2016, superiores al 40%, o incluso el 60%. Es más, la demanda interna, medida a través del comercio que las regiones realizan entre ellas, parece haber afianzado su recuperación a lo largo de 2016 mostrando tasas positivas en este año tras el fuerte impulso del 2015 con crecimientos cercanos al 4,5%, según datos del proyecto C-intereg (CEPREDE).

Si bien es cierto que estas son buenas noticias, tenemos que ser conscientes de que aún queda un largo camino por recorrer. En lo que respecta al desempleo los datos no inducen al optimismo. A fecha del tercer trimestre de 2016, cinco comunidades están por encima del 20% de paro, con Andalucía (28,5%), Canarias (26%) y Extremadura (25,2%) a la cabeza de este ranking. Mientras, Baleares (10,6%), País Vasco (12,8%), Navarra (12,4%), Cantabria (12,53%), La Rioja (13,6%), Castilla-León (13,91%), Cataluña (14,6%) y Aragón (14,88%) se sitúan por debajo del 15%.

Estas diferencias territoriales nos dan una primera panorámica acerca del ajuste tan desigual que han sufrido las comunidades durante la crisis. Con datos oficiales del INE para el 2015, únicamente serían Baleares y la Comunidad de Madrid las regiones cuyo PIB sería superior al de 2008, aunque en términos del PIB per cápita aún no habría ninguna comunidad con niveles superiores a los de precrisis. Fijándonos en el ajuste laboral, Castilla-La Mancha, Asturias, Comunidad Valenciana y Cantabria, habrían soportado las mayores caídas entre 2008 y 2015 tanto en el número de empleados como en las horas trabajadas con tasas superiores al 15% en ambas dimensiones. De hecho, si algo ha caracterizado tanto a estas comunidades como al conjunto de todas ellas, ha sido el fuerte deterioro experimentado por la remuneración de los asalariados durante estos años con variaciones negativas por encima del 10%, a excepción de Baleares y Madrid en torno al -8%.

Con todo y aunque cabe esperar que la recuperación económica termine apaciguando parte del ajuste sufrido en el empleo, urge que abramos un debate concienzudo acerca de las estrategias de desarrollo que deberían de seguir las comunidades autónomas si queremos que los nuevos frutos del crecimiento sean compartidos por todas ellas.