Percusión y pirotecnia copan la programación de una Nit de Sant Joan que ha ido a más en los últimos años, convirtiéndose en más que una tradición, en un culto al modo de vida mediterráneo. Las batucadas se adueñaron de las calles de Peñíscola, Torreblanca, Alcossebre, Moncofa y Almassora; mientras que el tabal y la dolçaina fueron las protagonistas --junto con las habaneras-- en Benicàssim y en Castellón, con la tabalada infernal y la Muixeranga de la Plana. Desde Vinaròs a Benicarló, Almassora, Burriana, Orpesa, Torreblanca y Moncofa se sucedieron las verbenas, una institución en la noche de San Juan.

Y, a vista de dron, la costa vivió a medianoche un despliegue de castillos de fuegos artificiales con los que se podía trazar la línea marítima de Castellón. Y es que, de norte a sur se lanzaron remates pirotécnicos para dar paso a la noche más mágica y larga del año en cada una de las celebraciones. En Castellón, además, destacaron las bèsties de foc de Botafocs, que dieron paso después a las bèsties d’aigua, muy celebradas.

Y los ritos de fuego no se quedan ahí. Los correfocs captaron a vecinos y visitantes en la costa. En Orpesa, con la Falla La Carrasca de Benicarló; en Moncofa, y Vinaròs, con un ball de dimonis. Noche de fuego y mar, tradición y paganismo, noche de San Juan. H