Los presupuestos de la Diputación de Castellón para el 2020, dotados con 148,9 millones de euros, 5,7 más que los de este año, están de estreno por diversas razones.

Son los primeros con un presidente socialista, en este caso José Martí, en 24 ejercicios, durante los que la gestión ha correspondido a gobiernos populares. Son también los que inauguran la legislatura que se puso en marcha a partir de las elecciones del 26 de mayo y nunca antes hubo un ejecutivo de coalición en la Diputación, dirigida ahora por dos partidos, PSPV y Compromís.

Además de crecer y ser las más elevadas desde el 2011, como explicó este jueves en su presentación el diputado de Hacienda, Santiago Agustí, estas cuentas revelan por ahora pocas novedades en lo que se refiere a grandes proyectos salvo la asignación, también pionera, de 5,6 millones al Fondo de Cooperación Municipal, a los que la Generalitat valenciana sumará una cantidad idéntica, con lo que el total adicional que llegará a los municipios de Castellón será de 11, 2 millones de euros.

Entra también una partida de 174.200 euros para la promoción de la igualdad de género; crece en 60.000 euros, hasta 730.000, la asignación a las unidades de respiro, y en 2 millones el bloque de bienestar social; aumenta hasta 736.000 euros el dinero destinado a la promoción cerámica, así como aumenta la dotación para el Patronato Provincial de Turismo en 590.000 euros hasta alcanzar 1,2 millones destinados a entidades locales y supramunicipales. Mientras, el paquete de inversiones directas se mantiene en 20 millones de euros.

Contra la despoblación

En lo que se refiere a la filosofía que anima a unos presupuestos que José Martí definió como «los primeros del cambio», el presidente de la Diputación puso el acento en que «tienen un marcado carácter municipalista porque están pensados para mejorar la vida de las personas y ayudar a los municipios más pequeños de nuestro interior a hacer frente al reto de la despoblación, sin olvidarnos de las grandes ciudades, porque todos somos Castellón».

Insistió igualmente en la idea de que los presupuestos de 2020 son la «respuesta a las demandas formuladas por los alcaldes» de la provincia en las reuniones que han mantenido en las últimas semanas con el propio presidente y el nuevo equipo de gobierno de la Diputación, «independientemente del signo político», aseveró.

Martí defendió que «son cuentas públicas que reconocen la mayoría de edad de los ayuntamientos y su capacidad de gestión y de decisión, porque es una evidencia que sus alcaldes y concejales son quienes mejor conocen las necesidades existentes en los pueblos». Por lo que se mantiene, dijo, la dotación de 12,4 millones de euros para el Plan 135, pero mejorando las bases.

Por su parte, el diputado de Hacienda, Santiago Agustí, resaltó que el proyecto es «más inversor» y resaltó que el Fondo de Cooperación Municipal es «de naturaleza incondicionada y no finalista, por lo que los municipios beneficiarios podrán destinarlos a servicios, infraestructuras y equipamientos básicos, así como a poner en marcha medidas para hacer frente al reto de demográfico». Otro rasgo que quiso destacar es la desaparición gradual de las subvenciones nominativas y los convenios singulares, en aras de una mayor transparencia.

Modernización

Por su parte, el diputado y portavoz de Compromís, Ignasi Garcia, subrayó que estos presupuestos van a modernizar una institución «que tenía la sombra del clientelismo», y destacó que hay ejes «fundamentales» que harán que sean «exitosos», como la colaboración con el Gobierno del Botànic, la sostenibilidad ambiental y el feminismo, «los dos movimientos sociales más importantes, y los aplican también a la decidida lucha contra la despoblación».