Si las elecciones del 20-D se afrontaron como las más abiertas de la historia de la democracia y debían servir para medir la fuerza de los partidos tradicionales frente a los emergentes, la compleja fragmentación del Congreso que salió de las urnas y la incapacidad posterior para formar gobierno han desembocado en un 26-J que en Castellón se presenta, si cabe, con una cara aún más incierta.

Uno de los muchos hitos que marcaron las últimas generales fue la rotura del tanteo de 3 a 2 que desde 1982 alternaron PP y PSOE, al establecer un reparto de tres diputados para los populares, uno para la socialistas, otro para Compromís-Podemos, que hizo un inesperado sorpasso al PSOE, y el quinto para Ciudadanos.

Todo se repite hoy, programas, candidatos, expectativas de pactos y de no pactos. Sin embargo, hay variables que son nuevas y pueden resultar cruciales. La incorporación a la liga de izquierdas de Esquerra Unida (EU) para conformar A la Valenciana junto con Compromís y Podemos es una de ellas, con trascendencia, sobre todo, cara a la Cámara Alta, ya que la voluntad de esta coalición de hacer un mailing electoral en toda la provincia, frente al envío limitado de papeletas en diciembre pasado, les permitiría arrebatar al PSPV-PSOE su único senador por Castellón. Los indecisos, de en torno al 13%, la mitad que el 20-D, tendrán menos peso.

las encuestas // Entre las últimas encuestas publicadas, la que abrió fuego para sembrar dudas sobre el mantenimiento del PP como primera fuerza en Castellón ha sido la oficial, la del CIS, que deja la puerta abierta a que A la Valenciana arrebate uno de sus dos diputados a los populares, en un nuevo sorpasso, esta vez para situarse en primer lugar. En todo caso, son los castellonenses los que deciden hoy con sus votos cómo queda el mapa político en una segunda vuelta que llega con temor, incluso, a una tercera. H