El proceso secesionista abierto por el Govern catalán y las dudas jurídicas que envuelven a los últimos acontecimientos ha llevado a una decena de pequeñas empresas radicadas principalmente en la provincia de Tarragona, a interesarse por trasladar sus negocios al norte de la provincia de Castellón, en principio de manera temporal hasta que la situación amaine y debido, sobre todo, a que buena parte de sus clientes se encuentran fuera de la comunidad catalana.

Estas pequeñas empresas corresponden a sectores muy diversos. Dos de ellas trabajan en el sector del textil, como confirmó ayer la presidenta de la Cámara de Comercio, Dolores Guillamón, quien reconoció que han sido varias las sociedades que en los últimos días han pedido información para decidir si trasladan su negocio a Castellón.

Entre estas empresas catalanas también se dan otras del ámbito de la construcción, sobre todo con presencia en la zona del litoral castellonense, así como consultorías, pequeñas inmobiliarias, asesorías de seguros y oficinas que, en algún caso, corresponden a firmas franquiciadas.

Guillamón señala, sin embargo, que no todas las empresas que piden información al final toman la decisión de trasladarse «pero sí es cierto que se lo plantean». En su opinión, la fuga de empresas no es buena. «Es una situación que me da mucha tristeza. No se tendría que haber llegado donde hemos llegado y ojalá se imponga el sentido común».

COLAS EN BANCOS

El presidente de la Asociación de Empresarios del Baix Maestrat, Juan Antoni Esbrí, dijo ayer desconocer esta puntual recolocación de los negocios, pero apuntó que sí le consta el traslado de cuentas bancarias de empresarios catalanes a la provincia de Castellón.

Precisamente son las entidades financieras las que más están dejando notar la incertidumbre por la situación política catalana. Las sucursales situadas en Vinaròs, Benicarló y Peñíscola vivieron ayer una nueva jornada de colas en las oficinas, cuyas plantillas se han visto reforzadas para atender a los clientes principalmente para crear cuentas.

Las largas colas de ahorradores catalanes se volvieron a dar ayer no tanto para cambiar sus cuentas de banco, sino para buscar nuevas sucursales de cabecera dentro de su misma entidad. Decenas de clientes se agolparon ayer en las oficinas movidos por el clima político pese a tener asegurados sus fondos.