La Vuelta pasó, por tercer año consecutivo, por la provincia. Dos jornadas de espectáculo y deporte, pero también con un elevado beneficio económico y el refuerzo de la marca Castellón, no solamente entre los que han visto in situ el rodar del pelotón, sino a través de los millones de personas, en todo el mundo, que han conocido un poco más y mejor esta provincia a través de la televisión, las redes sociales... Pocos eventos, tan accesibles y accesibles, tienen un retorno en forma de impacto mediático como este.

Este triple paso de La Vuelta (2015, 2016 y 2017) ha vertebrado el territorio castellonense de una forma inalcanzable desde cualquier otro ámbito. La serpiente multicolor ha desfilado por las principales poblaciones de la provincia en tres equilibrados recorridos que han estado combinados con la promoción de tesoros históricos, culturales, naturales y hasta gastronómicos. Un buen ejemplo fue ayer, con la salida de etapa desde Vila-real antes de atravesar la Serra d’Espadà.

SEÑAS DE IDENTIDAD

Para esta localidad, ser punto de inicio de la jornada le permite confirmarse como Ciudad de la Salud y el Deporte. «Es un orgullo para Vila-real albergar una de las pruebas más importantes del mundo en una disciplina, además, de tanto arraigo y tradición en la localidad como es el ciclismo», valoró el alcalde, José Benlloch. «Ponemos a nuestra ciudad todavía, más si cabe, en el mapa», recalcaba. Una salida que refuerza sus señas de identidad. «El Estadio de la Cerámica nos permite mostrar al mundo dos de nuestros grandes valores: el deporte, con el Villarreal CF como principal embajador; y la cerámica, nuestro motor económico», destacó.

Para Benlloch, es «una ocasión única de mostrar al mundo lo que somos y de disfrutar de un espectáculo sin parangón».

De Vila-real a Onda, pasando por Almassora, Burriana, Nules, la Vilavella o Betxí, para promocionar la Plana Baixa antes de adentrarse en una joya como es la Serra d’Espadà: gran parte de los 97 kilómetros que, en la jornada de ayer, discurrieron por carreteras de la provincia, atravesaron el corazón de este enclave natural tan preciado, el segundo espacio protegido más extenso de la Comunitat Valenciana.

«Es un territorio desconocido en muchos ámbitos, pero puede suponer un gran espacio de oportunidades para nuestros pueblos en materia de turismo y cicloturismo», reseñaba Javier Moliner que, al frente de la Diputación, ha hecho posible que La Vuelta se convierta en una asidua visitante a la provincia.

El presidente de la corporación provincial hizo hincapié en que esta apuesta, que va mucho más allá del deporte, se va a traducir en nuevas y más oportunidades para los castellonenses, con especial atención en el mundo rural. «Cuando hablamos de que los pueblos del interior vuelvan a recuperar población, la mejor forma de hacerlo es dándolos a conocer. Gracias a La Vuelta, la gente descubre parajes únicos, que van a servir para que esos pueblos encuentren una nueva oportunidad, un hilo al que cogerse de cara al futuro», remarcó.

«La Vuelta es la guinda de una apuesta que nos ha llevado a convertir el deporte en foco de atracción turístico de primer nivel y un dinamizador social y económico para nuestros pueblos», dice Moliner, como conclusión.

UNA CLARA VERTEBRACIÓN

Desde ayer, Tales, Alcudia de Veo, Aín, Eslida, Xóvar, Azuébar, Soneja o Altura, que son recorridos cada día por centenares de cicloturistas y amantes de la naturaleza por sus rutas, ahora son conocidos por potenciales visitantes, en lo que supone un impacto mediático de primera magnitud. Como es La Vuelta, un acontecimiento deportivo, sí, pero también generador de oportunidades y riqueza que no podrían alcanzarse desde otras vertientes.