El president Ximo Puig siempre repudió la idea de un súperdomingo el 26 de mayo como cita en la que la marca valenciana quedaría diluida por el debate nacional. Toda vez que Pedro Sánchez optó por el 28 de abril para convocar las elecciones generales, la resaca de estos comicios y el debate en clave nacional, probablemente muy duro en una situación en la que nadie tendrá -casi con toda seguridad-- una mayoría clara para formar Gobierno, planearía igualmente sobre los comicios autonómicos durante todo el mes inmediatamente anterior a la apertura de urnas.

En círculos socialistas apuntan que esta ha sido una de las razones que ha empujado a Ximo Puig a decidirse por tratar de singularizar a la Comunitat junto a las urnas estatales, en un contexto en el que el debate estatal, contaminará seguro, en alguna medida, pero piensan que no sepultará el de carácter puramente valenciano.

Singularizar el debate

Visibilizar la capacidad de la figura del president de la Generalitat para fijar la fecha de las elecciones cuando lo considere conveniente, a la altura de las comunidades que hasta ahora lo hacen, Andalucía, Cataluña, Galicia y Euskadi, y sentar el precedente es otro de los puntos clave que sostienen el argumento de Ximo Puig para explicar su debatida decisión.

De hecho, el también líder del PSPV ha dejado claro que, para bien o para mal, la prerrogativa para fijar la fecha de los comicios autonómicos corresponde única y exclusivamente al cargo que ocupa al frente de la Comunitat, y nadie más merecerá, por tanto, el reconocimiento o en todo caso las críticas por ello.

La mayor movilización

Uno de los argumentos que Ximo Puig ha aportado para explicar la incorporación de la papeleta autonómica al 28-A es el de facilitar que más ciudadanos ejerzan su derecho esa jornada al voto ya que, tradicionalmente, la abstención es más baja en las convocatorias para las generales.

En la provincia de Castellón, los números dan la razón al president en este sentido, si bien la diferencia es corta. Un repaso al histórico de los comicios revela que en las elecciones estatales del 2016 votó el 72,6% de los castellonenses, frente a un 75% en las generales del 2015, año en el que las autonómicas de mayo registraron una participación del 71%, idéntica a la de las votaciones locales de igual fecha.

Un viaje por los datos hacia el pasado revela que las diferencias a favor de la mayor movilización cuando se elige Congreso y Senado, frente a las urnas para Les Corts Valencianes oscilan desde 1999 entre los 2,8 puntos del 2011 y un máximo de 7,3 en el 2007 (autonómicas) y el año 2008 (generales).

Ese es el margen limitado que podría jugar en línea con la expectativa de que la abstención es menor cuando convoca Madrid, si bien en la fecha elegida va del lado de la abstención el puente de Sant Vicent, que se celebra el día 29 de abril.

La motivación política

No forma parte del argumentario oficial pero, como confirman dirigentes socialistas, al PSPV, al que las encuestas le vaticinan un peso creciente, al igual que al PSOE, le conviene más ir de la mano de este último con estas expectativas que arriesgarse a un mal resultado para Ferraz que pesaría como una losa en la campaña autonómica. Además, con la coincidencia el 28-A se neutraliza el debate sobre la eventual falta de unidad entre Puig y Sánchez y, por último, con Compromís a la baja en los sondeos, permite una diferenciación mayor decidir en contra de la coalición, de la que solo se quiere una posición suficiente para sostener otro Botànic, toda vez que Podem acepta las razones de Puig.