La presidencia y el control de las dos cámaras del Congreso. Donald Trump tendrá, como mínimo, dos años de comodísimo mandato porque los republicanos dominarán el Legislativo estadounidense. Desde el año 2007, hace nueve años, los republicanos no controlaban la presidencia y el Congreso.

El Partido Republicano mantendrá el control de la Cámara de Representantes -la llamada Cámara baja- del Congreso, cuyos 435 asientos se han renovado por completo, con 239 republicanos, frente a los 193 demócratas (hay tres por decidir).

Los demócratas tenían posibilidades, también truncadas, de poder dominar el Senado -la Cámara alta- porque se renovaba un tercio de los 100 senadores que la componen.

Los republicanos han obtenido 51 de los 100 escaños en contienda, con dos miembros todavía por decidir. Senadores conservadores relevantes, como Marco Rubio, el legislador de Florida que trató de ser el candidato presidencial republicano, y John McCain, el candidato republicano a la Casa Blanca en las elecciones de 2008, han mantenido sus asientos. El presidente saliente, Barack Obama, obtuvo su histórica victoria en el 2008 y, además, su partido logró hacerse con el poder en el Legislativo, lo que permitió al mandatario contar durante dos años con el favor del Capitolio para avanzar su agenda. Sin embargo, los demócratas fueron perdiendo paulatinamente el Congreso; primero la Cámara de Representantes en el 2011 y luego el Senado en el 2015. Una pérdida que se tradujo en una carrera de obstáculos, a veces casi parálisis, para sus iniciativas legislativas.

La demócrata Catherine Cortez Masto ha hecho historia al convertirse en la primera senadora latina en EEUU, tras obtener el triunfo en la lucha por el asiento de la Cámara alta que estaba en disputa en Nevada. En la Cámara de Representantes, el exsenador estatal de Nueva York Adriano Espaillat será el primer dominicano en sentarse como congresista. El presidente del Senado, Paul Ryan, ha conservado su escaño aunque su continuidad como líder de los republicanos está por ver. H