Cargados de ilusión y regalos llegaron ayer los Reyes Magos a Castellón. Y en la cara de los más pequeños, emoción desmedida de ver de cerca a sus majestades, monarcas del imaginario infantil, en una renovada cabalgata, más castellonera que nunca, que recorrió el universo mágico de la capital de la mano de la leyenda, la fiesta y las tradiciones más navideñas del acervo popular. El centro se tiñó de emoción en unas abarrotadas calles que llamaron a gritos a sus magos: ¡Melchor, Gaspar, Baltasar!

Más de 700 figurantes de 20 colectivos de la ciudad desgranaron en 14 carrozas un espectáculo de ilusiones que duró más de dos horas desde el Forn del Pla a la plaza Mayor. En el último tramo, desde La Paz, sus majestades viajaron en calesa hasta el ayuntamiento, donde recibieron las llaves de la ciudad de la mano de la reina infantil, Lola Marco; la alcaldesa, Amparo Marco; y el mago Yunke. Para amenizar la espera, la Coral Vicent Ripollés cantó algunas Nadales de Castelló, y la Muixeranga elevó hasta el Fadrí sus torres.

Los verdaderos protagonistas de la jornada, los niños y niñas de Castellón, lo pasaron en grande en una cabalgata que se inició al ritmo de la Banda Municipal, junto con las coreografías de Castellón Baila, con un Sombrerero como el del cuento de Alicia que batía el ritmo; y el cuadro de la gaiata 6, intercaladas con las carrozas de los patrocinadores, llenas hasta los topes de presentes, y las de la reina infantil y su corte, cual princesas de fantasía. Como hilo conductor, este año, los cuentos, de Cenicienta a Charlie en la fábrica de chocolate, Peter Pan y hasta un guiño a Star Wars.

Los sonidos de la dolçaina y los dimonis de Xarxa Teatre --con fuego, pero sin pólvora-- abrieron la parte central del nuevo desfile, 100% castellonero, dedicado al Betlem de la Pigà, cual avance de una Nit màgica magdalenera. El desfile, poliedro de tradiciones de la Plana, contó con los nanos del Rei Barbut, el Ángel Perot y Sant Miquel, los gegants y cavallets del Corpus, el cortejo de la Colla de Dolçainers i Tabaleters, precediendo el gran Estel del Nadal de Castellón, resplandeciente.

DESFILE DE TRADICIONES // El carro de la colla L’Emparrat puso la nota festera en una comitiva que dio paso a los bailes del Forcat, al sonido de la dolçaina, y a la estampa del nacimiento, con la Virgen, San José y el niño Jesús, la escena de Sant Nicolau y algunos de los personajes más representativos, como el Coll de Pato, Cacauero --que volvió a encarnar el concejal de Educación, Enric Porcar--, el Cego Masero y las beatas. La Pigà y sus niños cerraron el seguici tradicional, a ritmo de Els Llauradors, sobre su carroza.

Desfile multicolor como pocos, de emociones compartidas en todo el recorrido, más de 5.000 kilos de caramelos sucumbieron a la batalla de los sentimientos, cuyos nervios se volvieron ilusión con la llegada del cofre de oro, que anunciaba las llegada de sus Majestades. El séquito lo encabezaron los Caballeros Templarios y la Asociación de Bombos y Tambores de los Sargentos Templarios, súbditos de Melchor, imponente en su carroza de unicornios. El tesoro de incienso de Gaspar, sobre un carruaje de renos, lo custodiaron l’Aljama y la Colla de Dolçainers El Soroll; y el de mirra, ofrenda de Baltasar, la Asociación de Moros y Cristianos Az’zahar, al ritmo moruno de la Colla de Dolçainers i Trabucaires Xaloc. Cabalgata de ilusión. H