Ritual de fuego y mar. Castellón se rindió ayer a la celebración del solsticio de verano en todo el litoral, donde miles de personas disfrutaron de las hogueras y los ceremoniales para dejar atrás los malos augurios del invierno, de hermandad y de fiesta junto al Mediterráneo con la protección de las llamas purificadoras. Castillos de fuegos a lo largo y ancho del litoral provincial llamaban a la magia de la Nit de Sant Joan, la más larga del año, mientras los castellonenses cumplían con la tradición de bañarse por primera vez en el mar en las siete olas que marcan el paso de la buena suerte y la de saltar otras tantas la pira milenaria de la catarsis.

El poniente no deslució la jornada, con temperaturas casi tropicales, de Vinaròs a Almenara, donde este año los actos oficiales han dejado el protagonismo a los vecinos, que tomaron la playa desde primera hora de la noche. Sant Joan desplegó su vara de mando estival y Castellón sucumbió a los hechizos del solsticio, bajo la luz de cientos de hogueras que poblaban cada una de las playas.

En la capital, donde se repitieron las colas desde el centro hasta el Grao, la fiesta arrancó a las 20.00 horas con doblete, en el Gurugú, con el concurso de cocas de Sant Joan de la colla Cagarròs, cena de pa i porta y el encendido de la hoguera, con la Flama del Canigó, que llegó a la capital a mediodía y a Vinaròs por la tarde, como novedad de este año en Castellón. En la Panderola, los Diables prendieron la mecha de Sant Joan, con cena y baile en una velada en la que el fuego y la música fueron protagonistas en Benicàssim, Orpesa, Moncofa, Almassora, Peñíscola, Alcossebre, Vinaròs, Benicarló, Torreblanca, Xilxes, Peñíscola y Burriana, con castillos pirotécnicos, correfocs, batucadas, habaneras y las tradicionales verbenas, que coparon la costa. Informan X. Flores, M.J. Sánchez, B. Roig, E. Bellido, P. Rodríguez y J. Martí. H