El ritual de la noche de Sant Joan tiene mucho de astronómico. Originalmente era la celebración del solsticio de verano --la noche más corta y el día más largo--, vinculado a ritos paganos en todas las culturas, destinados a obligar al Sol a que en su momento más alto sobre el horizonte ese día volviera a repetir el ciclo una vez más durante el próximo año, por eso la iglesia lo intentó cristianizar instaurando la celebración religiosa de San Juan el 24 de junio. Pero las celebraciones paganas, con sus hogueras, ritos vinculados al agua, a la recolección de plantas durante esa noche, etcétera, siguieron celebrándose pese a la Iglesia.

Actualmente, la diferencia temporal de unos días entre la entrada del verano astronómico (solsticio de verano) y la noche de San Juan (la del 23 al 24), se debe a un fenómeno astronómico conocido como precesión de los equinoccios. Antiguamente coincidía la noche de San Juan con la del solsticio (la más corta), pero debido al cabeceo de la Tierra (precesión) a modo de peonza en 25.700 años, actualmente no coinciden exactamente, aunque popularmente asumamos en Occidente, a efectos de celebración, que siguen unidas. H