Está lejos de ser un boom, pero sí podría tratarse de un cambio de tendencia. Después de un año malo para las ventas de fincas rústicas en el 2015 en la provincia de Castellón, en los primeros seis meses del 2016 las transacciones comerciales han crecido un 26%, al pasar de las 1.015 del mismo periodo del año anterior a las 1.282 registradas a 31 de junio de este ejercicio, según los datos oficiales publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

las organizaciones agrarias sitúan como los principales ejes para esta nueva evolución al alza el progresivo abandono de los cultivos, especialmente en el caso de los cítricos en el litoral, que hace descender los precios y mejora las opciones de compra para los jóvenes, que vuelven a mirar el campo como una salida laboral viable, ante la falta de ofertas de empleo, así como de los comercios citrícolas que, además, ven buenas perspectivas para el sector en los próximos años.

En este sentido, el secretario general de Fepac-Asaja en Castellón, Doménec Nàcher, detalla que “sabemos que hay inquietud en los jóvenes por el sector agrario, y es por lo que hemos sido tan críticos con la Conselleria, porque no se ha dado cuenta de esto y no mejora las ayudas al colectivo”.

En todo caso, Nàcher dibuja un perfil de ciudadano castellonense de entre 35 y 45 años, que no encuentra trabajo en los sectores tradicionales como nicho de empleo de los que vuelven su mirada al campo. Además, al menos en la franja del litoral y tal vez prelitoral, los jóvenes que ponen en marcha una explotación agraria lo hacen preferentemente con el cultivo de hortalizas, ya que “tiene una rápida rotación y comienza a proporcionar ingresos en un periodo de entre 60 y 90 días, mientras que con los leñosos, como los cítricos, hacen falta entre cuatro y siete años para iniciar la producción después de haber realizado la inversión inicial.

los precios // Doménec Nàcher explica también el sensible repunte en las ventas de fincas agrarias por el descenso en los precios de la tierra a que ha llevado el abandono de los cultivos, una caída que es de una media del 12% en el conjunto de la Comunitat entre el 2012 y el 2015, según Ava-Asaja. Esta tendencia refuerza la posición compradora de comercios citrícolas que, según Nàcher, “están adquiriendo huertos para asegurarse el autoabastecimiento porque nos quedan hasta siete años muy buenos para las clementinas, ya que nos estamos quedando solos como proveedores de esta variedad”.

Por su parte, el secretario general de la Unió de Llauradors i Ramaders, Ramón Mampel, añade que, además de los cítricos, “la aceituna y la almendra se han vendido a precios más rentables en estos últimos años”. Entiende que, como consecuencia, “quien trabaja campos de estos cultivos y tiene un remanente, compra más fincas para ampliar, sobre todo si están junto a las que tiene”.

Mampel, quien recuerda que en el interior castellonense el apego a la tierra es “muy grande, más que en cítricos, en los que el interés es más especulativo”, defiende que haya políticas que fomenten la compra de fincas agrarias “priorizando a los profesionales o autónomos de la actividad, con el objetivo, entre otros, de ir logrando que las explotaciones se dimensionen y tengan un mayor tamaño”. H