El hasta ayer mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, acató su cese por parte del Gobierno y pidió a los miembros de la policía catalana que mantengan la «lealtad y comprensión» hacia las decisiones de los mandos que le relevarán. Así lo expresa en una carta remitida a los casi 17.000 agentes que integran el cuerpo, en la que también subraya el «inmenso honor» que le ha supuesto estar al frente de los Mossos, un colectivo al que califica como «profesional, moderno y eficaz».

«No es un día fácil para mí», reconoce en el escrito, apenas unas horas después de que el Gobierno le destituyese de su cargo como Mayor en aplicación del artículo 155 de la Constitución, alegando que está imputado por sedición por la Audiencia Nacional. Su puesto, a partir de ahora, lo ocupará su número dos, el comisario Ferran López, designado por el Ministerio del Interior.

«Debéis continuar escribiendo el futuro. Los mandos que toman el relevo os ayudarán a hacerlo», recalca Trapero, que recuerda el duro trabajo realizado por el cuerpo policial autonómico «con una exigencia que va más allá de lo que la función pública tendría que suponer, en unos años de escasez de medios, de recortes en las condiciones de trabajo y de incomprensión, a veces, ante nuestras acciones», subraya en la carta con su nombre, pero en la que no detalla ningún rango, aunque conserva la categoría de comisario.

MISMA ESTRUCTURA / La carta de despedida de Trapero daba paso al relevo en la figura del comisario Ferran López. En una comunicadión interno, el nuevo jefe de los Mossos garantizó que mantendrá intacta la actual estructura de mando y el «normal funcionamiento» del cuerpo. «Asumo con responsabilidad este encargo y os pido que continuéis trabajando con la misma profesionalidad y lealtad que habéis venido demostrando en todo momento», indicó ayer López en el comunicado interno.

López, de 50 años, ha alcanzado en los últimos años altas cotas de poder en la cúpula de la policía catalana, pero su talante discreto le ha relegado a la sombra del hasta ahora todopoderoso Trapero, un mando con un perfil más personalista. Ingresó en la policía catalana en 1990 y se le considera una persona dialogante que se ha ganado el apoyo interno del cuerpo porque siempre busca el consenso y le gusta rodearse de su equipo para tomar las decisiones tras escuchar todas las opciones.

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, mantuvo ayer una conversación telefónica con López y le recordó el compromiso que tiene como funcionario para cumplir y hacer respetar las normas del Estado de Derecho tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Una de las primeras consecuencias de su ejecución fue el cese, el pasado sábado, del director general de la policía autonómica, Pere Soler i Campins, que también remitió una misiva de despedida a los Mossos d’Esquadra. En su escrito recuerda la decisión del Gobierno de cesar a todo el Ejecutivo catalán y a una serie de altos cargos, entre los que figura él mismo.

SIN ESCOLTA / Además, el Gobierno decidió ayer retirar el servicio de escolta a los consejeros de la Generalitat cesados, aunque aún lo mantiene por motivos de seguridad para Carles Puigdemont, destituido como presidente del ejecutivo catalán, como ocurre con los expresidentes de la Generalitat, medida que también podría extenderse a algún exconseller en función del riesgo que se calibre para su seguridad.

La mayoría de los hasta ahora consejeros se despidieron ayer de sus escoltas, así como de sus chóferes, lo que sorprendió a los agentes, que desconocían que ya no iban a prestar más el servicio de guardaespaldas

En el área de seguridad, el Gobierno ha cesado ya al consejero de Interior, Joaquim Forn, al secretario general, César Puig, el director de los Mossos, Pere Soler, y el mayor, Josep Lluís Trapero.