La etapa de Ángel María Villar Llona al frente del fútbol español ha sido tan exitosa a nivel de resultados con la selección (el torneo olímpico masculino de los Juegos Olímpicos de 1992, las Eurocopas del 2008 y el 2012 y el Mundial 2010 son algunos de los éxitos en su etapa) como polémica en el tiempo, después de permanecer 29 años en la presidencia, superando seis elecciones y ocho mandatos consecutivos.

Durante sus casi tres décadas de gestión autocráctica, al dirigente vasco (Bilbao, 21 de enero de 1950) se le han cuestionado sus políticas y sus conductas despóticas. Su obsesión por mantenerse en el poder se ha acentuado en el tiempo.

Se le han echado en cara oscuros intereses, como las subvenciones concedidas a distintas territoriales para garantizarse los votos y el funcionamiento del colectivo arbitral. También ha aflorado su enfrentamiento en diferentes etapas con las autoridades.

Responsables politicos intentaron sin éxito una reforma en el 2007 para que abandonara la presidencia, de la que Villar escapó con una candidatura apoyada por el 80% de los votos.

En estos últimos años también se ha hecho evidente su estrecha conexión con los dirigentes de la FIFA y la UEFA implicados en escándalos de corrupción, de los que consiguió escapar impune, a pesar de sus cargos de relevancia, de los que aún mantiene una presidencia senior en la FIFA.

Hombre religioso, creyente y practicante, Villar es, según quienes le conocen, un hombre de valores profundos, leal con los suyos, fiel con sus amigos y sobre todo tenaz con lo que defiende, hasta llegar a la tozudez. También jovial y simpático en el ámbito familiar. Ahora su pasión es su nieto pequeño. La timidez es uno de sus defectos, razón por la que rehúye cuanto puede sus apariciones en público y hace evidente su aversión a la prensa.

El puñetazo a Cruyff

Como futbolista se formó en las categorías inferiores del Athletic, aunque necesitó un paso por el Galdakao y el Getxo, antes de triunfar en San Mamés, donde jugó 10 temporadas al máximo nivel (361 partidos). En el Athletic conquistó una Copa (1973) y llegó a una final de la UEFA (1977) antes de colgar las botas cuatro años más tarde. También llegó a jugar 22 partidos en la selección española.

De su etapa de futbolista se recuerda, sobre todo, el puñetazo a Johan Cruyff. Ocurrió el 34 de marzo de 1974 en San Mamés en un partido de Liga. «Me pegó una patada que casi me rompe», dijo mucho tiempo después Villar para explicar la agresión al holandés. «Me destrozó unas espinilleras nuevas que me trajeron de Inglaterra. Si no es por ellas me parte la tibia. Me calenté y le quise dar un puñetazo».

Fue, sin embargo, en su paso a los despachos, donde realmente hizo carrera. Fue uno de los fundadores de la Asociación de Futbolistas (AFE), en la que llegó a vicepresidente. Después pasó a presidir la Federación Vasca, desde donde dio el salto a la Española, hasta relevar a José Luis Roca en la presidencia en 1988.

Hace menos de dos meses, que Villar volvió a ser reelegido (el pasado 22 de mayo), extendiendo su mandato hasta el 2020, después de presentarse como candidato único tras la renuncia de Jorge Pérez, el exsecretario general de la federación, al no reconocer a los asambleístas supuestas irregularidades en el voto por correo y en la contabilización de votos llegados fuera de plazo.

Después de 29 años en el ojo del huracán, Villar volvió a recibir el apoyo unánime de una asamblea que controlaba con la firmeza de un señor feudal: con 112 votos a favor, 6 nulos y 11 en blanco de los 139 asambleístas con derecho a voto.