Dice el viejo proverbio que el saber no ocupa lugar. Eso es, precisamente, lo que pensó hace algo más de un año Jesús Pelluch, un estudiante de la Universitat Jaume I de Castellón que forma parte de esa minoría de jóvenes que consigue un empleo acorde a su formación. Solo el 40% lo logran. El resto, tras acabar la carrera, empiezan un periplo por las empresas de trabajo temporal y las páginas de internet en busca de un puesto de trabajo. Jesús ha tenido algo más de suerte, y todo gracias a un máster.

Tras graduarse en Psicología en verano del 2016, Jesús optó por seguir con la formación. Se matriculó en el Máster de Psicología Positiva Aplicada (MAPPA) de la Jaume I y lo hizo para ampliar conocimientos. «Cuando me enteré de que se implementaba este curso decidí matricularme y lo hice porque pensaba que me aportaría un plus de conocimiento», explica mientras añade que aunque buena parte de las ofertas laborales demandan perfiles polivalentes, «las empresas valoran mucho la especialización». Y esa es, a su juicio, una de las claves del auge y del éxito de los másteres. «Cuando más formación, más posibilidades de encontrar un empleo en un mercado que es cada vez más exigente», sentencia.

Gracias al máster, Jesús ha encontrado trabajo y lo ha hecho en la propia Universidad. Hoy es adjunto a la dirección del curso y desarrolla proyectos de investigación. «Hacer un máster te aporta conocimientos, pero también te ayuda a crecer personalmente, ya que desarrollas habilidades personales. Lo recomendaría».

Pelluch es también emprendedor y uno de los artífices de Piositiva’t, una asociación cuyo objetivo es mejorar, desde la psicología positiva, los entornos sociales de las personas, poniendo en marcha proyectos de impacto positivo en la sociedad.