No hay vuelta atrás para la muerte del bipartidismo tal y como se produjo en el 20-D, pero los electores castellonenses sí han optado por dar un balón de oxígeno a los partidos tradicionales que han protagonizado la alternancia en las últimas décadas, empujando al alza al PP y frenando la sangría de votos del PSPV. Al mismo tiempo, han pinchado con contundencia la burbuja de las expectativas de crecimiento de las nuevas fuerzas, A la Valenciana (Compromís, Podemos y EU) y Ciudadanos (C’s), que sufren claras caídas en la provincia.

Es una situación en consonancia con el resto de la Comunitat y de España, pero con no pocas particularidades en un marco en el que la fragmentación a cuatro bandas es rotunda también aquí.

Los populares, que rebasan de nuevo la barrera de los 100.000 apoyos, al sumar 106.566, recuperan 8.092 votos en relación con los comicios del pasado diciembre, procedentes, en su mayor parte, del granero de Ciudadanos, que se deja 4.334, pero que también llegarían desde la profunda caída de A la Valenciana --fundamentalmente de electores puntuales de Compromís-- e, incluso, pueden haber recogido algún respaldo del leve retroceso socialista.

tendencia de avance // Son poco más de 8.000 de los más de 58.342 sufragios que el Partido Popular castellonense se dejó en el camino entre las generales del 2011 y las del 2015, pero le permiten consolidarse como primera fuerza y mostrar una nada desdeñable evolución ascendente, con un 35,73% de los votos, proporción que crece 3,91 puntos, el segundo mayor avance en la Comunitat, por detrás de los 4,89 de Alicante y en mejor posición que los 3,87 que crece en Valencia.

Los datos refuerzan, por tanto, al presidente del Partido Popular en Castellón (PPCS), Javier Moliner, cuyo liderazgo ya estaba escasamente cuestionado, a la vista de que preside igualmente la Diputación, el último bastión institucional del PPCS. Si las polémicas sobre el Hospital Provincial, las imputaciones del ya diputado electo Óscar Clavell, o el caso Debón en la Vall, han tenido algún efecto en las urnas, ha sido de defensa de los argumentos de los dirigentes populares.

De igual modo, son números que ayudan a construir el espaldarazo que el 26-J supone para la presidenta autonómica, Isabel Bonig, al crecer en un momento en el que los casos judiciales, especialmente la dura crisis en el PP de la capital del Turia, jugaban en principio, en su contra.

BAJA MENOR // En el caso del PSPV, el otro partido tradicional, si bien no logra avanzar en Castellón como sí lo hace en Valencia, que es el territorio que empuja al alza los resultados autonómicos de los socialistas, con sus 65.911 apoyos, se deja aquí 679 votos, que se suman a los 21.297 del hundimiento registrado entre el 2011 y el 2015. No es un buen dato, pero sí detiene la caída y, en todo caso, logra subir casi un punto, hasta el 22,10% de los apoyos, por la influencia del ligero incremento de la abstención en la provincia.

Bien distinta es la situación para la liga de izquierdas Compromís-Podemos-EU A la Valenciana. La suma de los votos obtenidos por el polémico pacto a dos de podemitas y Compromís en el 20-D (74.732 votos) y EU (9.605) dio entonces un total de 84.337 sufragios, la coalición apenas ha alcanzado los 71.860 apoyos, lo que representa 12.477 menos que hace apenas seis meses.

Lejos de lograr lo que encuestas como la del CIS daban como opción, arrebatar el segundo escaño al PPCS, la marca a tres no ha funcionado, salvo para diluir aún más Esquerra Unida y, dados los resultados, para reabrir debates en un Compromís en el que solo la Iniciativa de Mónica Oltra quería ir con Podemos, un camino que aceptaba una parte del Bloc y por una cuestión de estrategia.

En cuanto a Ciudadanos, la pérdida es de 4.334 votos, de manera que sus apoyos pasan de los 48.328 del 20-D a 43.994 en este 26-J, de manera que se deja casi un punto en su representatividad, ahora del 14,75%. Un toque de atención también para esta formación todavía novel. H