Dratini, Arcanine, Flareon, Poliwag, Doduo y Slowpoke, entre otros, están disfrutando de una segunda juventud y se han convertido por méritos propios en los protagonistas involuntarios del verano. Pocos habían sido capaces de movilizar a la población de forma tan masiva como estas humildes criaturas virtuales. Aunque poseen el don de la ubicuidad y por el momento no están en peligro de extinción, la mayoría de pokémons no consiguen aguantar más de tres minutos sin ser avistados. Y es que su nivel de popularidad es tal que miles de jóvenes --y no tan jóvenes-- salen a las calles a su encuentro, recorriendo kilómetros en su busca y utilizando el teléfono móvil a modo de brújula. Solo por el simple deseo de capturarlos y encerrarlos en su Pokédex.

Seguir ese rutinario proceso de rastreo se ha convertido en la acción más repetida durante los últimos meses. Así, hasta reunir a los 142 seres digitales del universo Pokémon Go que hay disponibles en España. Ese es el objetivo, el sueño e, incluso, la obsesión de improvisados entrenadores que ambicionan en coleccionar todo el catálogo de monstruos resucitados por Niantic, la creadora de esta archiconocida aplicación.

Por ese motivo, el parque Ribalta, María Agustina, la plaza de las Aulas o la escultura del Tombatossals se han erigido este verano como cónclaves en los que los persistentes cazadores se reúnen para disputar combates virtuales con los pokémons que han atrapado. Son los famosos gimnasios, puntos de encuentro donde los diferentes entrenadores quedan para poner a prueba las diferentes habilidades de sus preciadas criaturas. No hay derramamiento de sangre, pero estas reyertas cibernéticas sirven de provecho para progresar y avanzar de nivel mucho más rápido.

POKÉPARADAS // Como las balas para capturarlos no son ilimitadas, otro lugar de interés a tener en cuenta son las poképaradas. Se trata de zonas de aprovisionamiento en las que los usuarios pueden recargar munición, es decir, pokéballs, pequeñas bolas que permiten la captura, o adquirir caramelos --grageas que son necesarias para poder evolucionar a cada pokémon--. Huertos Sogueros, la rotonda de la avenida del Mar o el Ayuntamiento son algunas de las decenas de poképaradas que hay en Castellón, cuya localización mediante GPS deriva de la selección de lugares de interés de la ciudad que la aplicación toma prestado de Ingress, el anterior videojuego creado por Niantic.

Sin embargo, como era de esperar, superar el reto y juntar a los 142 variopintos seres que propone la app no es tarea fácil. Más bien lo contrario. Las diferentes particularidades de cada tipología de pokémon --los de agua solo aparecen en zonas geográficas que tengan masas de agua cerca, por ejemplo-- y la cantidad de tiempo dedicado que requiere provocan que hacerse con todos sea casi una hazaña. Un usuario que está a las puertas de conseguirlo es José Luis Ortega, un asesor comercial de 28 años al que, después de 527 kilómetros andados, solo le falta un pokémon para disfrutar de la familia al completo. Empezó a jugar el día 6 de julio y, en poco más de mes y medio, ya acaricia el pleno. “Me enganché al juego porque he crecido siguiendo la serie desde mi infancia. Ahora solo me falta capturar ese Weezing para llegar a la meta”, comenta, entre risas.

El secreto: su ocupación. Tal como explica José Luis, como su profesión le obliga a viajar muy a menudo, el cambio frecuente de ubicación le ayuda a hallar pokémons de diversas clases. De hecho, las 141 capturas que atesora a sus espaldas hasta el momento las ha materializado en puntos como Castellón, Benicàssim, Burriana o Cartagena, lugar en el que se encuentra actualmente por motivos laborales. “Aun así, hace falta mucha paciencia. Hay criaturas que se te resisten y te cuesta un mundo poder atraparlas”, argumenta.

No obstante, este videojuego no solo granjea la atención de los aficionados más acérrimos, sino que cada vez más empresas y marcas han visto en el universo Pokémon un reclamo comercial del que sacar tajada. Es, por eso, que muchos establecimientos, tiendas y operadores turísticos publicitan sus productos o servicios aprovechando el filón que ha suscitado este fenómeno viral. H