Cuando se recorre la A-8 por tierras cántabras, a la altura del municipio de Val de San Vicente, y se accede hacia la CA-380 en dirección a Pechón, resulta muy difícil imaginar lo que va a aparecer frente a los ojos en cuestión de minutos. Adentrarse en la pequeña especie de península que forman los ríos Deva y Nansa al llegar a su desembocadura en el Mar Cantábrico, a escasa distancia de Asturias, es una experiencia irrepetible que sumerge al viajero en un pequeño paraíso terrenal de bosques y paisajes costeros insospechados. Asomada al inmenso mar, en una rasa conocida como El Llano, se encuentra Pechón, un tranquilo y coqueto pueblo al que se llega tras dejar a un lado el Bosque de los Druidas, que nos atisba ese ambiente de ensueño que envuelve a toda la zona.

La ría de Tina Menor

En Pechón se respira a partes iguales un entorno rural tradicional y una atmósfera costera, que invita a bajar hasta la misma línea de playa, 70 metros más abajo. Para ello, continuamos por la CA-380 en un incesante recorrido flanqueado de bosques hasta que conseguimos atisbar a mano izquierda un ensanchamiento de la vía, donde se abre un cuidado mirador custodiado por la figura de un pescador hecho estatua que es todo un homenaje a esta profesión tan arraigada en estos lares.

Basta detenerse en este punto y asomarse a la barandilla que nos impide precipitarnos acantilado abajo para encontrarnos ante las mismas puertas de lo que podríamos comparar con un edén en tierras de Cantabria; ante nosotros se muestran grandiosas las montañas que encierran la desembocadura del río Nansa, en lo que se conoce como la Ría de Tina Menor, uno de los dos brazos que envuelven la península sobre la que se asienta Pechón. Unas vistas maravillosas que son difícilmente narrables a través del lenguaje y que van mutando a lo largo del día con las diferentes tonalidades que bañan estos parajes. Siguiendo la sinuosa carretera es posible llegar hasta un desvío que da entrada a la inmensa desembocadura, en cuya cara opuesta se abre la Playa del Sable, un espacio tranquilo abrigado por la Sierra de Jerra.

La playa natural

La Playa de Amió - nombre que recibe oficialmente la llamada Playa de Pechón -, es la principal de las dos playas que se encuentran a las faldas del pueblo. Para acceder a ella es posible aproximarse hasta una centena de metros en vehículo, a una pequeña explanada elevada que está habilitada como aparcamiento. Desde ahí, un precioso camino a pie descendente nos espera hasta llegar hasta el mismo borde del mar. Junto a Amió, más al oeste, la Playa de Aramal completa la oferta de arena de esta localidad.

Y en el extremo más occidental de la península, limitando ya con el Principado de Asturias y sobresaliendo de uno de los laterales de la otra de las desembocaduras, la del río Deva, que forma la Tina Mayor, hallamos tanto la Playa de El Pedreru como la Playa de Las Arenas, que se sitúan frente al camping y completan la propuesta costera que nos regala este apartado y bello pueblo del extremo de Cantabria.