Las raíces de algunos árboles que crecen en la pared oeste del lecho del río Millars, entre el paraje del Termet y el puente de Santa Quitèria, están provocando daños puntuales en el muro que se conserva de la histórica Séquia de les Argamasses --de base romana, aunque con mención escrita desde el siglo XIII, coincidiendo con la fundación de Vila-real--. De hecho, han aparecido grietas de considerable tamaño en uno de los tramos de este antiguo canal.

Unos daños de los que se ha hecho el presidente de la Associació Cultural Socarrats, Fermí Font, quien asegura: «No es mi intención ser catastrofista, pero si que considero que, a quien le corresponda, debería realizar una evaluación de los árboles que pueden estropear la acequia a corto, medio o largo plazo, para tomar las medidas pertinentes y conservar esta infraestructura histórica». Y añade: «Obviamente, si se retiraran todos los ejemplares perderíamos parte del encanto de este paseo, pero si no se retira ninguno perderemos la Séquia de les Argamasses o, al menos, buena parte de ella, con la irreparable merma de patrimonio que ello supondría».

Para Font resulta prioritaria una intervención para evitar la consolidación de los daños que ahora empiezan a advertirse de manera notable. Sin embargo, su propuesta y la de la entidad a la que representa va más allá, de manera que plantea «la restauración de esta obra hidráulica, para revalorizarla y, de esta forma, exponer este patrimonio de manera ordenada». Para el presidente de Socarrats, este elemento supondría un atractivo extra, «no solo para visitarlo sino también como instrumento de conocimiento e investigación científica, además de un recurso turístico de calidad para Vila-real y de los que no vamos sobrados».

PROTECCIÓN // La Séquia de les Argamasses es una de las obras arquitectónicas que, por sus características y trayectoria histórica, forma parte del listado de elementos protegidos del actual Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Vila-real.

Font destaca que «la mayor parte del canal que todavía puede verse data de los siglos XVI y XVII, con reparaciones del XVIII». Con todo, varias fuentes explican que la obra original se realizó en el siglo I. De hecho, aseguran que se han hallado restos de cerámica industrial de la época. Sin embargo es tras la concesión de la Carta Pobla por Jaume I cuando se tiene constancia de esta acequia que se utilizó hasta 1869.