El 12 de enero de 1706 quedó marcado a sangre y fuego en la historia de Vila-real. Y es que las tropas borbónicas de Felipe V saquearon e incendiaron la villa, que por aquel entonces tomó partido por el archiduque Carlos de Austria, al igual que hicieron otras ciudades de Cataluña y Valencia.

Como consecuencia de aquel asalto quedó la cifra de vila-realenses muertos, un total de 253. Los soldados al mando del Conde de las Torres no distinguieron entre sexos o profesiones. Aunque mayoritariamente los muertos fueron hombres, una docena de mujeres también perecieron en el suceso: Isabel Ana Alfonso y de Morell, Maria Bernat y de Castellano, Montserrat Bosquet, Beatriu Cabrera, Nadale Calbo, Gracia Chiva, Viçenta Dualde y de la Borda, Anna Maria Escarte, Maria Escarte, Theresa Escarte, Anna Gisbert, Theresa Lleonart y María Pitarch y de Benet.

Y junto a ellas, otros 241 fallecidos, en ocasiones prácticamente todos los miembros de una familia y de apellidos muy arraigados en el Vila-real de la época y, muchos de ellos, habituales en la actualidad: Adell, Bellmunt, Bosquet, Insa, Llaser, Martines, Ferrando, Carda, Damiá, Esteller. Ferrer, Parra, Miró, Pujol, Ripollés, Taurá, Vilar, Ximeno, Sales, Roca, Rochera, Safont, Blasco, Añó, Sifre, Tellols, Usó, Sebastiá, Pitarch o Nebot, entre otros.

Y de nuevo, el próximo sábado, a partir de las 19.00 horas, los vila-realenses tendrán ocasión de recordar a aquellos conciudadanos que perdieron la vida defendiendo unos ideales que pasaban por conservar los derechos forales del Reino de València. La Torre Motxa será el punto neurálgico en el que se recordará a aquellas 253 víctimas locales de la Guerra de Sucesión, con salvas de los Miquelets incluidas.