Un arte marcial camuflado en baile, inventado por esclavos, que crea expectación por donde va. La capoeira gana cada día más adeptos y continúa en constante expansión.

Un ejemplo claro se vive en Vila-real. Este verano, parques y espacios emblemáticos están recibiendo a aficionados de la localidad que sorprenden a los vecinos. Muchos de ellos, se quedan a ver sus entrenamientos e, incluso, alguno se anima a unirse a las sesiones.

Estas últimas semanas ya han practicado esta actividad en el parque de la Mayorazga, el Llaurador, la Glorieta y celebran una actividad semanal en el Termet. Unos veinte alumnos participan regularmente en las clases que se inician con un calentamiento y estiramientos.

Tras esta primera parte, se pasa a la acción, “practicamos movimientos básicos, tanto por parejas, como individualmente, realizando golpes y defensas”, indica el instructor, Eduardo Martínez. Una de las premisas que deja claras el experto es que, “no se trata de una coreografía, no es un baile, es un arte marcial en el que se lucha y se hace siguiendo el ritmo de instrumentos y hasta se canta que inventaron los esclavos para que sus amos no supieran lo que estaban haciendo”.

Uno de los momentos más espectaculares llega al final de las sesiones, “hacemos ruedas de luchas de dos en grupo, siguiendo los ritmos de los instrumentos clásicos como el pandeiro, atabaque y el berimbau, este último es el principal para marcar el ritmo de los pasos”, señala Martínez.

La capoeira además no tiene edades, “actualmente tenemos a alumnos de entre 5 y 37 años, pero se puede probar con cualquier edad, los movimientos se adaptan al estado físico del que lo práctica”, según el especialista.

Vila-real es tierra de capoeira desde hace años gracias a la Asociación Cultural Arte, Historia y Deporte (ACAHD) que promueve este tipo de actividades, talleres y cursos. Además, este arte marcial con danza siguiendo ritmos tribalistas, también es una forma única de practicar deporte y llevar un estilo de vida saludable. H