Cientos de farolets pusieron la luz en la procesión de retorno --desde la iglesia arciprestal a la sede social-- de la imagen de la Purísima, con la que la Congregación de Hijas de María Inmaculada dijo ayer adiós a las fiestas anuales de una entidad a la que están vinculadas cerca de 7.000 mujeres.

El desfile de retorno, que estuvo marcado de alguna manera por el partido de fútbol que enfrentó en el estadio El Madrigal al Villarreal CF y al Atlético de Madrid y que comenzó a disputarse a las 20.45 horas, se convirtió en un evento en el que se concentró buena parte del fervor con los que las purisimeras han vivido 10 días de celebraciones, protagonizadas en mayor medida por los actos propiamente religiosos, pero en las que también ha habido lugar para lo lúdico.

De esta forma, y aunque el mayor peso de la programación lo ostentaron las fiestas de les casades y de les fadrines, el primer y segundo domingo, respectivamente, no faltaron eventos como una cena solidaria a beneficio de la Joventut Antoniana, una fiesta infantil en la casa social de las purisimeras --ubicada frente al jardín de Sant Pasqual-- o la ya tradicional campaña de recogida de alimentos que, una vez más, tiene como finalidad cubrir parte de las necesidades de Cáritas.

Asimismo, y entre las citas más emotivas, no han faltado la serenata a la Virgen que, en esta ocasión, protagonizaron los integrantes del Cor Ciutat de Vila-real; así como la vestición de medallas por parte de las niñas y niños que entran a formar parte de esta arraigada entidad social y religiosa de la ciudad.