Una jornada muy especial, la del miércoles. Así puede definirse el día grande de los festejos que Vila-real celebra en honor a Sant Pasqual. Y fue singular por la alta participación de vecinos en la misa matinal y en la procesión vespertina, así como porque, con motivo de la conmemoración del centenario del patronazgo del fraile franciscano sobre la ciudad en la que murió, descubrieron una placa que ya luce en la fachada de la basílica que da al Raval del Carme.

Los actos arrancaron a las 11.00 horas, con la tradicional eucaristía pontifical, oficiada por el obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón, Casimiro López Llorente, y a la que asistieron cientos de fieles, que abarrotaron el templo sampascualino. En primera fila, en el banco de autoridades, estaban la reina de las fiestas del 2017, Verónica Fortuño, y las damas de su corte; una amplia representación de la corporación vila-realense, encabezada por el alcalde, José Benlloch; el presidente de la Diputación, Javier Moliner; el vicepresidente segundo de Les Corts, Alejandro Font de Mora; y la que esta tarde será nombrada Hija Predilecta de Vila-real, Dolores Cortés.

En su sermón, el obispo hizo referencia a la «profanación» de la Eucaristía acaecida en Teresa, teniendo en cuenta que Sant Pasqual también es patrón de la misma, y pidió «respeto» a las costumbres religiosas, a la vez que abundó en la necesidad de poner en valor este sacramento, especialmente entre los jóvenes.

SIN ACUERDO

Una vez finalizada, López Llorente admitió sentirse culpable de no haber conseguido, en sus 10 años como obispo de la diócesis, un acuerdo con la orden franciscana para convertir la basílica de Vila-real en un centro de peregrinación eucarística a nivel internacional.

Por la tarde, la multitudinaria procesión recorrió las calles del centro de la ciudad y en ella se volvió a dejar patente la devoción de los vila-realenses por su patrón.