Vila-real puso punto y final a los actos taurinos con la que probablemente fue la mejor tarde de todas las fiestas en honor a la Mare de Déu de Gràcia. A pesar de la fina lluvia que cayó durante la primera parte de la tarde, que dejó una vila peligrosa, los dos toros cerriles se movieron por las calles y, al volver a la zona de arena, dieron buen espectáculo acudiendo al llamado de los aficionados en numerosas ocasiones.

El primero de los animales, de la ganadería El Pilar, salió con fuerza y recorrió buena parte de las calles de la vila, mostrándose en algunas zonas en las que los animales no se han prodigado en prácticamente toda la semana.

En el segundo caso, el astado de Manuel Ángel Millares estuvo especialmente bien presentado y, aunque se movió menos que su antecesor, sí que dio buen espectáculo en la arena. Los rodadores disfrutaron con este ejemplar, e incluso se vio algún recorte de nivel en el que el toro acudió en dos ocasiones a buscar el capote. Pese a que, en alguna ocasión, golpeó con los cuernos a los barrotes, la tarde se saldó sin ningún herido.

Ya por la noche, los dos animales fueron embolados y volvieron a lucir su porte mientras duraron las fuerzas para el goce de un público entregado en el último día.

UNA SEMANA IRREGULAR // Los aficionados se quitaron así una espina en el último día, puesto que a lo largo de las fiestas el nivel de los actos taurinos se ha mostrado irregular. El intenso calor que ha hecho durante toda la semana ha restado energía a los animales de ganaderías del nivel de Francisco Fernández o Celestino Cuadri.

Uno de los eventos más lucidos se produjo el pasado miércoles por la noche con el encierro de toros embolados. Seis astados de Fernando Mansilla protagonizaron una carrera limpia y rápida, sin heridos, e hicieron disfrutar a unos aficionados que durante los diez días han llenado el recinto de cadafals y el resto de la vila.

Una de las mejores noticias es que la semana se cierra sin aficionados heridos por asta de toro. H