El Ayuntamiento de Vila-real se pondrá manos a la obra para adoptar una solución definitiva a los problemas que han venido generándose en el entorno de la calle Ermita y su confluencia con Calvari y Comte de Ribagorça, como consecuencia de la acumulación de restos en un tramo del alcantarillado y que, al solidificarse, crearon un gran atasco del desagüe, lo que provocó el desbordamiento en este área --hasta en tres ocasiones en dos meses--, de las aguas fecales, que también afectó a otras vías urbanas, como Cronista Traver y Sant Joaquim.

Así lo avanzó a Mediterráneo el concejal de Servicios Públicos, Francisco Valverde, quien explicó que, en su momento --la fecha aproximada tendrán que establecerla los técnicos municipales--, «se realizaron unas obras en las que se optó por salvar la tubería del agua potable desviando la del alcantarillado y dándole forma de cuatro, a través de unos codos en los que las aguas chocan en su recorrido de salida».

Es por ello que para el edil Valverde, la solución final opta por elaborar un proyecto para sustituir esa desviación del tramo de alcantarillado y colocarlo en línea recta, «siempre pasando la conducción de las fecales por debajo de la del agua potable, que es lo que marca la normativa».

TRAPAS ASFALTADAS // En cualquier caso, el concejal responsable del área de Servicios Públicos insiste en que el problema de los últimos desbordamientos ha tenido como origen la imposibilidad de limpiar adecuadamente el tramo afectado, por cuanto las trapas por las que tenían que realizarse los trabajos quedaron tapadas e invisibilizadas como consecuencia del reasfaltado del pavimento realizado una década atrás.

Una operación por la que Valverde reclama responsabilidades al anterior equipo de gobierno del PP --en cuya época se llevó a cabo la actuación--, «que por ahorrarse un poco de dinero ha generado unos problemas que ellos sabían perfectamente que se producirían pasado un tiempo».

En cualquier caso, las catas realizadas durante esta semana permitieron advertir esta situación, de manera que los operarios picaron el asfalto para dejar libres las trapas y hacer posible la limpieza del alcantarillado en este punto.

Una acción que, como ayer publicó este rotativo, culminó con la retirada de unos 400 kilos de restos que, después de solidificarse, dieron lugar a una auténtica barrera física que impedía la normal circulación de las aguas negras que, con unas lluvias de incluso 10 litros por metro cuadrado, salieron a la superficie.

Los técnicos calcularán también los gastos ocasionados por los desbordamientos de fecales, a los que se suman los 4.000 euros de los trabajos de las catas.