Fuego y pasión taurina se fusionaron anoche en el esperado encierro de embolados de las fiestas de la Mare de Déu de Gràcia de Vila-real. Un acto que esquivó la controversia legal y se celebró sin ningún problema, tras la polémica por la suspensión del que tenía previsto realizarse en Burriana. Seis toros del hierro de Fernando Mansilla tomaron el recinto, desde la calle Cervantes, pasando por el Raval del Carmen, y llegando al corro, para el deleite de los aficionados.

El alcalde de la ciudad, José Benlloch, defendió esta multitudinaria cita de bous al carrer y reivindicó el cuidado de los animales y el cumplimiento de la normativa vigente. «Somos sensibles y hemos tomado medidas especiales para este encierro contratando a un veterinario que ha controlado a los astados, embolando con bolas más pequeñas para que no sufrieran ningún daño e instalando una infraestructura especial con unos cajones», explicó el primer edil.

La asociación Amics del Bou fue la encargada de organizar y patrocinar este evento, considerado como un encierro nocturno, por lo que cumplía la legalidad de este tipo de espectáculos. La expectación surgida se tradujo en la presencia de miles de personas repartidas en el recorrido, con vecinos, personas de localidades de la zona e, incluso, de otras provincias como Valencia.

A UNA

Los toros llegaron en un camión provisto de separadores con los campanillos ya colocados. Se embolaron uno a uno y salieron a un espacio acotado. De allí, se abrió la puerta para arrancar la espectacular carrera nocturna, en la que la manada salió a una, aunque después se fue desperdigando por la vila, dejando algunas buenas carreras.

A pesar del dispositivo especial y que la organización, autoridades y responsables taurinos buscaron en todo momento el «máximo respeto» a los animales, la Plataforma Toros Embolados Abolición ya ha amenazado en que denunciará al Ayuntamiento y la Generalitat por la celebración del encierro de ayer.

Por otro lado, la tarde taurina no fue tan brillante como la noche. El cartel era de expectación, pero se puede considerar que, finalmente, fue de decepción. A pesar de ello, el ambiente tuvo grandes dosis de fiesta en la vila. Uno de los motivos fue la comida previa impulsada desde la ACT Amics del Bou que conmemoró su 15º aniversario. Con la charanga Aspaña recorrieron las calles hasta el casal de la peña El Bequelló donde se degustó un excelente tombet de bou.

Tras ello, llegaron los astados. En primer lugar, con Vitanguero, de la ganadería Araúz de Robles. El rodaor David Xil, componente de Amics del Bou que patrocinó el ejemplar, fue el encargado de parar su salida. La presencia del animal estuvo marcada por ser corredor, despistado a la llamada de los más toreros y rebelde, sin emplearse a fondo.

A continuación, impulsado por la Comissió del Bou y del hierro de Jorge Carvalho, llegó Avestruz, que no hizo honor a su nombre. A pesar de recorrer parte del recinto, no hizo caso a los recortadores, entre los que estuvo Óscar Zamorano de Tordesillas. Los dos ejemplares exhibidos por la tarde fueron embolados anoche.

Los toros no acompañaron, pero sí el público, que abarrotó la zona. No faltó la reina, Verónica Fortuño, junto a su corte de honor; y asistentes ilustres como la hija predilecta de Vila-real, la diseñadora Dolores Cortés.

Las jornadas taurinas siguen hoy con las vacas de Germán Vidal en la zona de cadafals, por la mañana, a las 13.00 horas, y por la tarde, a las 18.30 horas.