Se acerca la Navidad y empieza a respirarse el aire solidario con los más necesitados que desde hace un siglo convirtió la fraternidad que promulgada la comunidad franciscana de Vila-real en un movimiento civil --Joventut Antoniana--, que en este tiempo ha sabido encauzar iniciativas tan conocidas y populares como la Cavalcada de Reis, declarada fiesta de interés turístico provincial y la única con marcado carácter solidario de la Comunitat Valenciana.

Una asociación que nació teniendo como principal referente a los religiosos franciscanos que residen desde 1878 en el convento del Carmen, ubicado en la esquina de las calles Cardenal Tarancón y Raval del Carme. Eso sí, la presencia de la orden en Vila-real es muy anterior, ya que desde el año 1593 y hasta la construcción del actual edificio ocuparon el que ahora es el convento de Sant Pasqual.

Durante su paso y estancia en la ciudad, la cifra de religiosos franciscanos ha tenido altibajos. Con todo, desde hace unos años, la crisis vocacional ha dejado casi bajo mínimos el número de frailes que residen aquí. En estos momentos, son cuatro: Francesc Costa (el prior), Lluís Pitarch, Mariano Martín y Miguel Almiñana. Con edades que oscilan entre los 62 años de este último y los 88 de Pitarch, su vocación por mantener la esencia del franciscanismo de la ciudad se mantiene intacta. En cualquier caso, confían en incorporar en breve al convento a Gabriel, un joven de 27 años que va a contracorriente y también aspira a convertirse en fraile, con el fin de inyectar savia nueva a un colectivo que llegó a contar con ocho religiosos.

Días atrás, la parroquia que administran celebró su 50º aniversario. Un evento que, en cierto modo, sirvió para reivindicar el importante papel, no solo en lo religioso sino también en el de atención a los más necesitados, que desarrollan los franciscanos en la población, en su vertiente eclesiástica y en la seglar.

De hecho, para el prior, Francesc Costa, los últimos 50 años de la labor de la orden en Vila-real, desde el momento de creación de la parroquia, han supuesto un antes y un después entre los franciscanos de la ciudad. Y la celebración de este medio siglo «ha supuesto un impulso para continuar sirviendo y siendo luz para la gente, el barrio y la localidad».

Mientras, fray Lluís recuerda como, junto a fray José María Botella --fallecido hace dos años--, sacaron a la luz la caravista del claustro manierista del convento, un auténtico tesoro arquitectónico, que estaban escondidos bajo un enlucido de yeso.