Llevar tantos años yendo a vender a la Feria de Santa Catalina como para haber perdido la cuenta. Esto es lo que pasa a muchos de los mercaderes que ayer, como tantas otras veces, fueron fieles a la cita que se organiza el domingo más cercano al 25 de noviembre, día de la virgen y mártir. Es el caso de María José, que llegó de València con su parada con frutos secos y productos típicos del invierno y chucherías. «Estoy a punto de jubilarme y se me ha olvidado el tiempo que hace que vengo aquí», comentó mientras atendía en su puesto. «Se vende bien y tengo clientela fija de muchos años», indicó la vendedora.

Desde Burriana llegó el florista César Martí. En su colorida parada, decenas de flores de Pascua y también muérdago. «El 80% de las que se adquieren son las rojas, pero tenemos algo más de color. Después de las piezas para el pesebre, estas plantas son de lo más típico cara a fechas navideñas», indicó el experto en floristería, quien aseguró que esta y la de Burriana son de las mejores ferias para mostrar su oferta.

Y es que la Feria de Santa Catalina tiene buena fama. Con un sombrero retrofuturista, Guillermo el Chocolatero, todos le conocen por «Xoco», acude desde València desde hace unos siete años y recalcó que la vila-realense «es de las mejores citas de este tipo, porque al estar todo concentrado en un día se aprovecha más». Y desde hace ocho años se instala Javier Clausell en esta cita. Brinda objetos relacionados con el mundo taurino «sobre todo animales y, en esta zona, conjuntos de embolar». «Hemos participado en muchos certámenes y podemos decir que esta es la mejor en la Comunitat y de las mejores en España porque en un día pasa mucha gente y se vende bastante», aseguró este empresario.

Y la experiencia hace maestros. También tradicional es la presencia de Turrones Agut de Benlloch. Sabedores de las colas de clientes y las aglomeraciones, sus casetas incluyeron dispensadores de turno y el número en una pantalla daba la vez. No había discusión.

DEBUTANTES // También los hubo para los que el 2019 fue su primera vez. Fue el caso de la librería Aida books&more, con sede en Castelló, que montó parada para presentar su proyecto solidario. Venden, por pocos euros, ejemplares donados y la recaudación va a proyectos de cooperación.

El clima acompañó, así que el ambiente fue de fiesta toda la jornada. En algunos momentos, como a mediodía, transitar por el Raval del Carme o Major Sant Doménec era una aventura para osados cargados de paciencia. Por la tarde, hubo fútbol en el Estadio de la Cerámica, por lo que algunos aprovecharon la ida o la vuelta al campo para dar un paseo.